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Cambio de paradigma

viernes 17 de abril de 2020, 06:00h

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La crisis del COVID-19 ha puesto sobre la mesa una realidad que nadie quería escuchar pero que escandaliza del ruido que provoca. La gestión educativa que se ha aplicado de la noche a la mañana demuestra que tanto el anteproyecto de ley nacional como la propuesta de ley autonómica no recoge la verdadera necesidad de nuestro sistema educativo. En anteriores tribunas ya he puesto negro sobre blanco sobre algunas cuestiones que son imprescindibles atacar de frente, pero que siguen asustando a los partidos políticos, vaya a ser que pierdan el control sobre ese rebaño a la que Marx denominó masa.

Leo estos días informaciones que me ponen los pelos de punta. Organizaciones internacionales pidiendo que se abran los colegios en verano, países nórdicos que ya han puesto fecha para el regreso de nuestros alumnos a las aulas. Pero vamos a ver, ¿de verdad ahora importa cumplir el currículo?

Esta pregunta se la formulé a los docentes de mi instituto hace unas semanas. Y es que, los chavales están aprendiendo durante esta crisis muchas cosas que no aparecen en las normativas educativas, y no por ello son menos importantes. Estamos ante la mayor crisis mundial, social, política, económica, sanitaria desde la II Guerra Mundial. Me parece de broma de mal gusto este chiste.

Ello no implica que a la vuelta de las vacaciones, los centros educativos tengan que seguir con su rutina diaria de actividad. Es buena para los chavales porque tienen unas horas comprometidas a su proceso de aprendizaje, pero no hay que volverse locos.

Hasta ahora nos hemos limitado a enviar tareas a nuestros alumnos, eso sí, competenciales y nos hemos encargado de no avanzar materia porque si no parecía que se acababa el mundo.

Pues señores, el mundo no se acaba. No se acaba tanto si se avanza como si no se avanza materia. Les recuerdo que el proceso formativo de un alumno dura doce cursos académicos, o lo que es lo mismo, ciento ocho meses de formación. Estos escasos tres meses desde que ha llegado el coronavirus a nuestras vidas no supone ni el 0,5% del tiempo de toda nuestra formación.

Además, dejar al albur de las comunidades autónomas la decisión de avanzar o no contenidos del currículo demuestra muy poca profesionalidad de quienes dirigen el Ministerio de Educación. La legislación básica de referencia la marca el Ministerio de Educación. Y debería haber sido la Sra. Celáa quien hubiese presentado esta semana a las comunidades autónomas los mínimos exigidos para cada uno de los niveles y ser las administraciones educativas autonómicas quienes decidieran cómo afrontarlos. De lo contrario estamos ante una falta de implicación y de desidia falseada por un marketing político que pretende ser maravilloso pero que se nota que es de postín. Así pues, no pasaría absolutamente nada si el curso se diese por concluido.

El cambio de paradigma que yo planteo va más allá de estas cuestiones puramente técnicas en las que posiblemente sería difícil encontrar un punto en común. Lo realmente interesante e importante son nuestros alumnos. ¿Alguien ha dedicado algo de tiempo a escucharlos a sus alumnos? Si en el sistema educativo, el protagonista principal es el alumno y esto no es cosa de uno, del profesor, sino es cosa de dos… por favor, un poco de sentido común.
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