"El organismo de los alérgicos considera su polen un agente invasor. Para protegerse, libera sustancias como la histamina, que producen síntomas tan clásicos como los estornudos, la secreción nasal acuosa, el picor de nariz y el lagrimeo, pero también enfermedades que pueden llegar a ser graves como el asma alérgica, urticaria o edema de glotis", ha explicado Garre.
EVITAR EL CONTACTO CON EL PROPIO ALÉRGENO
Igualmente, los agentes alérgenos también pueden asociarse a dolencias como la dermatitis atópica, una enfermedad inflamatoria de la piel, cuya prevalencia ha experimentado también un aumento progresivo durante las últimas décadas en los países occidentalizados.
En el caso de que los síntomas sean muy fuertes o molestos, se debe acudir a un alergólogo que prescribirá tratamientos farmacológicos o vacunas específicas. No obstante, la experta de Cinfa ha insistido en que la primera medida para controlar los síntomas es evitar el contacto con el propio alérgeno.
"Colocar filtros antipolen en los aparatos de aire acondicionado o evitar tender en el exterior cuando llega la primavera son dos ejemplos de sencillos hábitos que ayudarán a las personas alérgicas a aumentar su calidad de vida. La lucha contra la alergia comienza en la prevención", ha recalcado.
Asimismo, la doctora ha aconsejado no estar en la calle entre las 5.00 horas y las 10.00 horas y entre las 19.00 y las 22.00 horas; mantener las ventanas de la casa y del coche cerradas; ducharse y cambiarse de ropa al llegar a casa; evitar actividades que remuevan partículas de polen (como cortar el césped o barrer la terraza); evitar las plantas que polinicen por el aire; y consultar al farmacéutico si se toman antihistamínicos.