Acunado por el éxito desde hace un par de años, el deporte español no estaba acostumbrado a una decepción como la que ha supuesto el inicio de los Juegos Olímpicos de Londres. Más allá de que todo acabe de empezar o de que las grandes esperanzas estén fijadas en las competiciones de grupo, lo cierto es que España ni se ha asomado por el medallero en el primer fin de semana. Sea porque anda metido en una profunda depresión o por una simple cuestión de calendario, es evidente que el deporte de nuestro país ha llegado a la Olimpiada con los brazos caídos.
El gatillazo de la selección de fútbol, la tibieza de la natación o la decepción en las artes marciales o el ciclismo han generado un clima negativo que sólo han logrado corregir el baloncesto y el balonmano. A la espera de que la vela acuda al rescate, España anda metida en un laberinto. Igual es el momento de que los representantes mallorquines empiecen a levantar la mano y a pedir su cuota de protagonismo. Veremos.
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