
Christopher Kellie, un joven estudiante de 21 años, de Mount Vernon, en
Glasgow (Escocia), quería convertirse en entrenador personal pero necesitaba algo de dinero. Decidió entonces buscar un empleo a tiempo parcial en un
restaurante de comida rápida. En el establecimiento, una mujer se fijó en el él y Christopher salió del local con un trabajo pero de modelo.
El joven es ahora la cara de
Harvey Nichols, JD Sports y Barbour. Adorna vallas publicitarias por toda Escocia y espera mudarse a Nueva York o Los Angeles para convertirse en uno de los rostros de Tom Ford.