Nueva normalidad
miércoles 06 de mayo de 2020, 04:00h
En las últimas apariciones del gran maestro de la oratoria, señor Pedro Sánchez, Primer Ministro del Gobierno del Estado Español (amén), brillante benefactor de las artes orales y gestuales, político con una soltura de verbo nunca vista desde el Conde de Romanones y artífice de un discurso como mínimo brillante y conmovedor, si cabe, a la par que avezado preceptor de la retórica y la elocuencia más chachi-piruli del mundo mundial (muy por encima de Cicerón o Fidel Castro); ... en sus últimos discursos televisados decía el crack de la astucia española, sacó a colación en una cantidad enorme de ocasiones, casi incontables, la expresión “nueva normalidad”, revelación acuñada, sin duda, por su cerebro alter ego Don Iván Redondo, su Jefe de Gabinete, a la vez que el “negro” que sostiene los hilos que sujetan, mantienen y zarandean al propio Pedro Sánchez, como si de una marioneta se tratara.
Desde el primer momento en que Don Pedro dio a conocer su nueva epifanía a través de ese anunciado, la prensa (eso que ahora mismo se denomina “medios de comunicación”, que queda más guay del Paragüay) no tardó ni una décima de segundo en aplicar esa locución a todo aquello que se moviera, ya sea en artículos de fondo, de opinión o en noticias peladas. El invento de Redondo, por lo menos, ha funcionado; o así lo parece. Gran triunfo del marqueting polítiquero. A por mis votos, voy y el rayo soy.
¿Alguien me puede explicar -aunque sea someramente- el significado preciso de las palabras “nueva normalidad? Es más: algún lector avizado sería tan amable de contarme, por encima, en qué carambas consiste el simple vocablo “normalidad”?
Según leo en el diccionario de la RAE, normalidad “es la cualidad o condición de lo normal” (sic). ¿Queda claro?. No. Bien: ¿y lo normal? Pues resulta ser que se trata de “lo habitual o lo ordinario”, entendiendo “ordinario” con las mejores intenciones. ¿Alguien sabe, en este mundo, la diferencia entre aquello que es normal de lo que es anormal? ¿La situación que teníamos antes de la asquerosa pandemia era “normal”? ¿La vida de perros que conllevaba el conjunto de la población mundial “antes de” era notablemente “normal”? La superpoblación, las colosales desigualdades existentes entre los humanos planetarios, los atascos en calles y carreteras, las playas y montes abarrotados, las enfermedades generalizadas, los robos y asesinatos colectivos, las dictaduras, las guerras por doquier, los “Sálvames” de turno, la situación climatológica desastrosa y un largo etcétera ¿se pueden definir como normales?
Entiendo que Sánchez promete y aspira a que nos normalicen, ellos, “de otra manera”,seguramente: una normalidad flamante, moderna, fresca, actual, positiva, de buten. Una nueva normalidad en la que todos seremos hermanos, en la que reinará una calma edénica, con flores y flautas, con liras y laúdes interpretando melodías de amor; una normalidad higiénica, transparente, con el fin absoluto del delito, del odio y de la ofensa; una nueva normalidad con políticos que estarán al servicio inconfundible de los ciudadanos, sin barreras burocráticas, cobrando lo mismo todos los habitantes de la Tierra, con tiernos besos cariñosos entre jueces y reos, con ejércitos camuflados de flora y aviones de guerra repartiendo bombones en todos los continentes, con misiles atiborrados de globos de colorines... ? Será, acaso, esto, la “nueva normalidad”?
Me parece que el calificativo “nuevo/nueva” no es el más indicado para retratar una nueva “situación” si, finalmente, se vence al puto virus (si no se vence, iremos todos a la mierda, tal y como hubiera adjetivado el gran diputado y cantautor aragonés José Antonio Labordeta). Es lo mismo que ocurre con expresiones a las que se les añaden prefijos que desvitúan el sentido original de su significado, tales como “neonazis” o aquello tan cutre de las “antiguas pesetas”. ¡No! Los nazis siguen siendo nazis y las pesetas -ya sin valor- seguirán siendo siempre pesetas.
Personalmente, con volver a la pura y simple “normalidad” ya me daría con un canto en los dientes... aunque de normalidad ya se ha visto que no tiene nada de nada. Pero, claro, para los parias de la tierra, para la gente que ya lo pasaba mal cuando antes, para los que la injusticia era su única bandera... para todos ellos, sería bueno que su situación fuera “distinta” -que no especialmente nueva- para escalar un nuevo grado de bienestar general.