En un escrito al que ha tenido acceso Europa Press, la mujer se muestra conforme con la calificación jurídica, hechos y penas que sostiene Fiscalía y no formula escrito alternativo. Avanza así que ratificará la conformidad en el momento del juicio con jurado que será señalado próximamente.
A finales de abril de este año, el Juzgado de Instrucción 1 de Inca dictó una resolución de incoación del procedimiento para el juicio ante el Tribunal del Jurado, que está previsto que señale próximamente.
Fiscalía, por su parte, considera que los hechos son constitutivos de un delito de homicidio agravado y pide 17 años de cárcel. En su escrito, el Ministerio Público señala que el 14 de abril de 2024 la mujer la emprendió a golpes con su tía, de 91 años y a quién cuidaba y que era completamente dependiente.
LE CLAVÓ UN CUCHILLÓ EN EL TÓRAX
El Ministerio Público señala que la mujer causó numerosas heridas a la víctima y que tras caer al suelo le clavó un cuchillo de cocina en la zona central del tórax provocándole la muerte. Dice Fiscalía que para eludir la responsabilidad por su acto criminal, trató de simular una muerte accidental e ideó un plan para engañar a los servicios médicos y a la policía.
Así, además de fregar el suelo y limpiar los muebles de la casa de restos de sangre, introdujo a su tía a presión en una maleta de grandes dimensiones y condujo hasta su domicilio en Palma. Una vez allí, realizó una primera llamada a un centro de salud y una segunda al 061 alertando del fallecimiento de su tía y pidiendo un certificado de defunción.
LA ENVOLVIÓ EN UNAS TOALLAS
A continuación, la mujer dejó el cuerpo sin vida de su tía, envuelta en unas toallas, en el garaje del inmueble hasta que fue localizado por agentes de la Policía Nacional.
La acusada dijo inicialmente que la había encontrado tendida en el rellano de la escalera interior del inmueble con un fuerte golpe en la cabeza y que, al no reaccionar, la envolvió en toallas tirando de los pies y descendió escalón por escalón, golpeándose la cabeza con cada uno de ellos. Más tarde, sin embargo, confesó los hechos.
La acusada, cuya defensa ejerce el letrado Eduardo Luna, tiene antecedentes de trastorno por consumo de alcohol y problemas de ansiedad. Está bajo tratamiento de psicofármaco antidepresivo, aunque bien no presenta alteraciones en las capacidades intelectuales o volitivas.








