Aina Calvo, la anterior alcaldesa, salió ayer a los medios para criticar al actual alcalde, Mateu Isern, por haber aprobado un aumento de impuestos, en contra de su promesa electoral. Isern, preguntado por los periodistas sobre si creía que había incumplido sus compromisos, dijo que por supuesto, la subida de impuestos es contraria a lo que había prometido; a continuación pidió disculpas y dijo que lo que se ha encontrado en Cort no tiene nombre. Explicó que la anterior alcaldesa gastó 40 millones de euros de un crédito pedido al Estado y en cuya firma se comprometió a incrementar los impuestos durante tres años para financiar este dinero. El dinero, dice Isern, no está. Pero la deuda, sí. Y Palma ha superado ya los límites máximos de endeudamiento, de forma que la devolución de este dinero exige incumplir su palabra, por lo cual pide disculpas. ¿Tiene derecho Calvo a abrir la boca en esta situación? ¿Puede uno gastar 40 millones de euros y criticar a los sucesores que lo paguen, según el documento que la propia Calvo firmó con el ministerio de Hacienda?
