Llevamos toda la temporada, media ya es mucha, resistiéndonos a comprar la moto de que la Segunda B es muy dura y difícil. No deja de ser una estrategia para valorar lo que apenas tiene significado, que el Mallorca sea líder imbatido, ¡faltaría más!, y que el fútbol ha sido injusto con el Atlético Baleares que tiene mimbres para aspirar a algo más que la categoría por igualada que sea. No aceptamos ni una cosa ni la otra como animal de compañía.
El primer fichaje del tándem Molango-Recio en el mercado invernal ha sido renovar el contrato de Joan Sastre hasta el 2020. Otro contrato de larga duración. Ya veremos. Tenían tanta confianza en el mallorquín que ficharon a Fran Grima, del Badalona, al que presentaron como el mejor lateral del grupo tercero. Ahora la gran esperanza rojilla es de Porreres. El galgo que fue a por el catalán debía tener velocidad, porque vista no tiene ninguna. El protagonista de la novedad no ha dudado en insistir en la dureza de la competición. ¡Vale!
En la otra acera a Ingo Volkman se la ha caido su portero favorito. ¡Vaya por dios!. Karl, ¿se llama así?, se fue a casa por Navidad y allí se ha quedado con el Almendro, pero sin un ojo. Justo ahora cuando Aulestia, el bueno, se estaba ya buscando equipo. Asegura el dueño que sin él habría desaparecido el club. Si no lo consiguieron sus más recientes predecesores, difícil. Siempre nos quedará el Estadio Balear. O eso dicen los aficionados de esta sociedad maestra en conseguir que siempre paguen otros. Hemos exportado el modelo territorio, “for sale y forever” al fútbol local.
Hasta el entrenador del Alavés, Abelardo, no duda en afirmar que el Formentera es un enemigo difícil porque compite con equipos muy buenos. Si nos vuelven a poner como ejemplo elKO Athletic hasta llegaremos a creerlo.
