Lo importante no es analizar la trayectoria de los tres nuevos fichajes del Mallorca, sino observar la tendencia. Tres jugadores de Segunda B procedentes de equipos que, salvo uno, no han disputado el play off y, lo más llamativo, con la carta de libertad en el bolsillo y rozando la treintena que alguno de ellos ya ha traspasado. ¡Madre del amor hermoso!, que dirían por tierras manchegas. En resumen, un lateral derecho que no mejora a Company, un central zurdo seguramente peor que Raillo y un medio centro al que nada tienen que envidar Alex Vallejo o Juan Domínguez. Solo a título de recordatorio mencionemos que la última vez que el Mallorca ascendió desde su categoría actual, lo hizo con una plantilla en la que militaban Paco Bonet, Sancayetano, Orellana, Collantes y otros futbolistas procedentes de encopetados equipos de Segunda A, Molango no conoce el pasado, ni se lo ha leído, ignora el presente y el único futuro que le interesa es el suyo.
Pero tampoco dejemos de lado la actitud pasiva de todo el entorno. Las protestas se acabaron con el último partido de liga y desde entonces los pocos seguidores que quedan, Federació de Penyes incluida, se decican al arte de la contemplación en la confianza de que el causante o los causantes del problema o problemas, sean parte de la solución. Vana quimera. He pasado mucho tiempo, artículo tras artículo, avisando de la llegada del lobo que, finalmente, se produjo. Nadie hizo caso hasta que no ha quedado una sola oveja. Esta vez no encontraremos viva ni una gallina. ¡Al tiempo!
