Pablo Mielgo. Foto: J. Fernández Ortega
¿Puede hacer una valoración de estos 11 años al frente de la OSIB? ¿Está satisfecho?
— Yo creo que sí, en muchas cosas; y creo que no por mi carácter. Todavía hay muchas cosas que mejorar. Creo que el gran salto de esta orquesta estará con la nueva sede, la Caja de Música, que confiamos en tener a finales de 2026. El grupo ha mejorado, la calidad artística ha mejorado, el nivel de temporada en general, los artistas que vienen... La dificultad mayor con la cual yo me encontré fue que la orquesta en determinados circuitos no estaba. Que la gente la conozca y confíe en ella, tanto administrativa como artísticamente, lleva un tiempo. Yo creo que estamos en el buen camino, se ha conseguido, pero nunca hay que bajar la guardia.
¿Cómo valora el apoyo de las autoridades a la OSIB?
— En estos 11 años, con independencia del color político, todos han apoyado a la orquesta. No me he encontrado ninguna persona en cargos de responsabilidad que me haya puesto en solfa la existencia de la orquesta o su importancia. Y me alegro, porque la orquesta debe estar fuera de las discusiones.
"En estos 11 años, con independencia del color político, todos han apoyado a la orquesta"
Van ustedes a uno o dos conciertos por semana. ¿No es muy exigente?
— Es una orquesta profesional. Para dar resultado en el trabajo, tienes que trabajar. No hay otra fórmula. Entonces, es cierto, que con la plantilla que tenemos, ha habido muchos momentos donde hemos estado al límite físico; pero eso también, por otro lado, nos ha ayudado... Es verdad que ha habido bajas y que hay que controlar, pero me gusta trabajar. Y que el público lo vea. Tenemos la suerte de que la plantilla es fija. Estamos para eso.
"Hemos abierto tres plazas para la OSIB y se han presentado casi 380 personas de todo el mundo"
¿Cómo se gestiona a 68 músicos? Los egos, la persona, las inquietudes y la ambición de cada uno.
— La clave es tener mucha mano izquierda y saber quién es quién, cuáles son los límites de la gente, conocerla muy bien e implicarse. Que ellos sepan que no eres mala gente, que nunca vas a ir a por alguien. Que te vas a felicitar por el bien de la orquesta. Y a veces, el bien del colectivo afecta a algún individuo. Pero todo el mundo sabe que es por el bien del colectivo. Tú no pones por delante ni tu carrera ni tus intereses. Eso, a lo mejor en un año no se ve, pero en once años sí se ve. Y otra cosa: cuando estás al frente de un colectivo, no puedes querer ser amado. O sea, eso no es tu oficio. Muchos quieren que la gente le quiera pero estamos aquí para trabajar.
¿La OSIB es una orquesta joven, madura o envejecida?
— Se está renovando. Vamos a cumplir 38 años. Ahora habrá jubilaciones. Verás que hay mucha gente joven ya, porque la orquesta se va renovando. Estamos manteniendo lo humano, pero estamos trayendo a músicos de nivel internacional, que era mi gran duda. ¿Querrá venir gente? Ese es el gran termómetro de la orquesta. Ahora hemos abierto tres plazas y se han presentado casi 380 personas de todo el mundo. Bueno, algo estamos haciendo bien. Es verdad que no estamos en Siberia, que eso ayuda y el salario está bien. Se corre la voz entre los jóvenes, que dicen, pues merece la pena venir, hay buenos solistas, buenos directores, se trabaja a gusto, al final es el boca a boca. Para mí ese es el mejor termómetro y hay que trabajarlo diariamente.
¿Por qué es necesaria una orquesta sinfónica que cuesta siete millones de euros al año?
— El presupuesto de todas las orquestas españolas son 80 millones. Hay orquestas que tienen 4 millones y otras como la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Catalunya tienen 14 millones. Cuando yo llegué estábamos en 4,9 millones y ahora estamos en 7. Yo creo que estamos acercándonos a lo que es la realidad presupuestaria de una orquesta como la que queremos. Nos falta, a lo mejor, un pequeño impulso económico, que creo que se dará con la Caja de Música. Pero estamos bien para el territorio que somos y para las necesidades artísticas que tenemos.
¿Por qué es necesaria?
— ¿Tú te plantearías vivir en un lugar sin un museo? No. Pues ahí está la respuesta. Lo que pasa es que nosotros sonamos y no se nos ve. No tenemos un valor... Tú ves un Picasso y dices: hay que conservarlo. Pero tú vas y escuchas una novena de Beethoven y es exactamente el mismo valor que un Picasso. Pero tú no necesitas una orquesta para verlo.
Somos un instrumento que mantiene vivo toda una tradición. Estamos hablando mucho de Europa y de occidente. Nosotros tenemos la obligación no de entretener a la gente, sino de mantener un patrimonio cultural que es nuestra identidad; lo que somos como comunidad, occidente.
"La de Milán es una invitación de la Fundación de Orquestas Italianas, que nos invita a cerrar su ciclo sinfónico. Es un orgullo representar a España como orquesta sinfónica"
¿Qué porcentaje de músicos de la OSIB han estudiado en el Conservatorio Superior de Mallorca?
— No debemos confundir, según el modelo de orquesta que queremos. Si cogiéramos toda nuestra temporada, aproximadamente entre el 40 y el 50% del público no es de aquí; probablemente no es estatal, es internacional. La primera demanda que hacen no es la comparativa de quién toca, sino cómo suenas. Esto es muy importante. Hemos conseguido que las audiciones sean internacionales y con cortinas, no sabemos quién toca detrás de nosotros. No sabemos si es hombre, mujer, negro, chino... Sólo escuchamos. Curiosamente, de las de las diez personas que han entrado desde que yo estoy, dos han sido mallorquinas. Uno, aunque es de aquí, ha estudiado en Austria. La otra ha estudiado aquí, aunque luego se fue a Alemania. Con lo cual... ¿Es importante? Sí, es importante, pero no debería ser el gran enfoque.
Para eso tenemos la academia, para eso tenemos la Petita, o sea, tenemos proyectos donde abrimos la orquesta a que los jóvenes puedan comenzar un camino. Pero luego la realidad social del mundo de la música es otra. Hay tanta competitividad que no podemos.
Hablemos un instante sobre la proyección internacional de la OSIB. El día 14 de mayo actúan en Milán. ¿Considera que salen lo suficiente?
— Hay que tener en cuenta tres razones. Hemos hecho Teatro Real, Auditorio Nacional, Viena, París, Londres... Hemos hecho cosas importantes. Vino Covid, vino pagar Caja de Música... Entonces, hay muchos factores... Si los tres últimos años no hemos salido es porque había que consolidar ciertos proyectos que han llevado un coste importante. Y había que mantener una plantilla estabilizada, una temporada interior de nivel, y pagar una sede.
Eso nos ha permitido que ahora ya veamos la luz al final del túnel. Además, Milán es una invitación de la Fundación de Orquestas Italianas, que nos invita a cerrar su ciclo sinfónico. Es un orgullo representar a España como orquesta sinfónica.
Con un repertorio muy español, por cierto…
— Cuando sales fuera, como orquesta española, te lo piden. Ten en cuenta que tenemos una música, sobre todo un cierto repertorio, Falla, en este caso, que es tan bonito, y que a la gente le apasiona tanto…
¿Cómo viven el lío de la Caja de Música?
— Este es un proyecto que empecé hace 9 años y que conlleva es no desistir. La Caja de Música se va a acabar. Es una cuestión de tiempo, de realidad institucional, que no puedes saltártela, que es la que es aquí y en cualquier sitio del mundo. La gente lo espera con ansia. Se hacen bromas. Ha habido un cambio de color político en el Govern y ambos están absolutamente decididos por la sede de la orquesta. Los dos creen que vocacionalmente es una cosa que va a cambiar la orquesta y entienden que la orquesta es de todos. La orquesta no debe tener política, ni debe hacer política.
"La Caja de Música es una de mis grandes obsesiones. Quiero que lo que hagamos allí, lo puedan ver en Menorca, Ibiza y Formentera a la vez"
¿Qué le pide al Patronato Fundación Orquesta Sinfónica de Baleares? ¿Y a los aficionados?
— Al Patronato, que sigan apoyando, que sigan escuchando, que sigan creyendo, y que sigamos por la misma línea. Parece una cosa muy sencilla, pero seguir por una misma línea conlleva mucho trabajo. En España tendemos a no saber cocinar a fuego lento. Cuando se trata de proyectos, esto hay que cocinarlo a fuego lento, y si ves que no hay dramas, hay que dejar que las cosas florezcan. Yo en este sentido, estoy muy contento de que el Patronato escucha, cree, y dentro de las dificultades que pueden haber existido, están apoyando. Y para los aficionados, sólo tengo agradecimiento.
Y a la OSIB, ¿qué le pide?
— Tenemos que hacer un esfuerzo mayor y llegar a más gente, desde el punto de vista de la publicidad y de la imagen. Todavía me encuentro, y me da mucha frustración porque es responsabilidad nuestra, gente que me dice: yo no sabía que teníamos una orquesta así. Hay gente que no sabe la temporada que tenemos. Y no digo uno, digo mucha gente. Tenemos que encontrar soluciones inteligentes. Hemos crecido mucho en redes sociales y estoy muy contento por ello. Pero, aun así, hay muchos ciudadanos que no conocen la OSIB.
¿Dónde disfrutan más de actuar?
— Para nosotros, más importante que el lugar es qué tocas y con quién tocas. Los conciertos memorables no tienen tanto relación con el sitio. Dicho esto, una de las grandes luchas que yo siempre he mantenido es tener un lugar donde se ensaye y se toque. Tenga en cuenta que ensayamos en un lugar, nos movemos al Auditórium, la semana siguiente al Teatre Principal, luego empezamos el verano y vamos al Castillo de Bellver. Son demasiadas realidades acústicas. Yo creo que nos va a hacer mejores ensayar y tocar en una misma acústica, un determinado porcentaje de nuestros conciertos. No digo que todos.
¿Cuándo estará terminada la Caja de Música?
— Espero que a finales del año 2026. Ahora se está licitando la obra para terminar su construcción, tras la quiebra de la constructora, que dejó los trabajos a medias.
Hábleme un poco de ella…
— La Caja de Música es una de mis grandes obsesiones. Quiero que lo que hagamos allí, lo puedan ver en Menorca, Ibiza y Formentera a la vez. Que gracias al edificio, la sinfónica hace temporada a la vez en las cuatro islas. Y eso es fácil. La tecnología ya lo permite a unos niveles extraordinarios. En un cine, incluso, puede ser una experiencia más bonita. Y por otro lado, el parque que va detrás. Que todo lo que estamos haciendo dentro, se retransmita fuera. Que la gente vea la OSIB desde fuera, porque yo creo que ese es un preámbulo para entrar dentro. Mi insistencia fundamental es que la gente identifique ir a un lugar con una institución. Eso es muy importante y es lo que nos falta. Pero, bueno, poco a poco. Aquí todo es poco a poco.
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