¿Están bien?

Sin que nadie me lo haya pedido, he realizado un estudio exhaustivo sobre cuál es la expresión más utilizada en los diálogos cinematográficos de todos los tiempos, desde los inicios del cine sonoro. ¡Atentos los oídos, cinéfilos y aficionados al llamado séptimo arte!

Se trata de dos palabrejas sencillas –un verbo y un adjetivo- que, convenientemente unidas y encerradas por un par de interrogantes, pretenden inquirir por el estado físico o emocional de algún personaje que acaba de sufrir algún tipo de percance: “¿estás bien?”.

Fíjense ustedes atentamente en la cantidad de veces que esta minúscula frase aparece en los altavoces de un cine o de su televisor. A la que un actor, en pleno film, es sometido a un sopapo por parte de un “malo”, inmediatamente aparece alguien –un transeúnte, un amigo, un ser querido- que con gallardía y un rasguño de preocupación en el rostro le suelta: “¿estás bien?”. Mismamente, cuando en la mesa de un restaurante romántico y un piano de fondo, el marido infiel cena con su amante con el celestial propósito de soltarle en plena velada que “lo nuestro se debe terminar… mi mujer está embarazada” y retarda su sentencia por el festival que se puede armar ante tamaña declaración, al adúltero se le ve el plumero ante su expresión de atolondramiento mental y la poca relajación de sus músculos faciales, y ella, la otra, dubitante, le arremete a bocajarro: “¿estás bien?”.

Ahora que ya lo saben, pueden ustedes disfrutar de lo lindo cuando, en plena sesión cinematográfica junto a sus parejas, hijos, nietos o amigotes, jueguen a contar la cantidad de veces que se repite esta fórmula mágica y a la vez convencional.

De todos modos, la susodicha expresión adquiere los mayores rasgos de creatividad expresiva cuando es pronunciada por uno de los genios autóctonos del humor universal más fino, irreverente e inteligente: “El Casta”. Eso es dicción y sentimiento…

No me queda más que –entendiendo que ustedes están bien- desearles lo más lindo en estas Navidades y festejos varios en los que el calendario nos ha sumido, una vez más, sin tregua ni previa consulta.