La historia del tauromaquia registra no pocas víctimas de una cornada al abordar el último lance de su faena: el estoque. Muchos futbolistas bajan los brazos o se relajan en los últimos minutos de muchos partidos sin recordar que un accidente en tales momentos produce fatales consecuencias para quienes lo sufren. Le ocurrió al Mestalla ante el Mallorca, aunque el líder hubiera gozado, antes de esos postreros instantes, de juego y ocasiones para asegurar su victoria. Mayor castigo recibió el Atlético Baleares, cuya derrota in extremis frente al Hércules requiere unas conclusiones diferentes.
Habíamos dicho en la víspera que el filial del Valencia presentaba una tarjeta en la que su destacada eficacia para golear venía contrapuesta a su fragilidad defensiva. Otro gallo hubiera cantado si, sobre la misma bocina, tres de sus zagueros no le hubieran permitido a Alex López recibir dentro del área, de espaldas a la portería, darse la vuelta y ajustar un disparo parabólico a media altura que inutilizaba cualquier esfuerzo previo de los visitantes que, en honor a la verdad, ya debieron ser batidos antes del lance fatal. Una resultado merecido y, si acaso, empañado por la expulsión de Abdón, evitable como todas ellas, marca de la casa.
El golazo de Julio Delgado en el José Rico Pérez se hizo acreedor de al menos un punto para los de Armando de la Morena. Es cierto que él y su colega, Claudio Barragán, ya habían firmado tablas, aunque uno ya había renunciado al contraataque y el otro quemaba los pocos recursos restantes de su cartuchera, sin embargo no cabe engaño hasta que el balón está en juego y los seguidores blanquiazules tienen que saber que un solo tiro a puerta en más de una hora y media de partido no es mérito suficiente para sentenciar un marcador favorable por brillante que haya sido la acción.





