La huelga de docentes de este martes ha cosechado las cifras más bajas de participación de todas las convocatorias realizadas desde el pasado septiembre. Era de esperar. Profesores y maestros han defendido y siguen defendiendo con coraje su posicionamiento respecto al TIL y a la Ley de Símbolos, pero muchos de ellos son conscientes que no pueden forzar demasiado la maquinaria de la protesta acudiendo al recurso último de la huelga. Un abuso de este derecho puede ser contraproducente incluso para los fines que se persiguen.
Es cierto que el posicionamiento cerrado del Govern no favorece ninguna posibilidad de diálogo. También que el enfrentamiento se está situando en el peligroso vértice de un pulso entre el poder político por un lado y los técnicos docentes por el otro para ver quien puede más. Lo cierto es que el paro de este martes estaba convocado en solidaridad con Jaume March, director del IES Marratxí, expedientado por la Conselleria. No hay duda, en este aspecto, que el Ejecutivo ha puesto el anzuelo delante de los profesores para forzarlos a una nueva acción de protesta para que se desprestigien delante de los padres. Pero la respuesta de éstos tal vez hubiera sido más hábil si no hubieran acudido al recurso de la huelga. El de este martes tal vez ha sido un desgaste excesivo para un colectivo que sin duda tendrá que hacer frente a nuevos retos en fechas no lejanas.
En todo caso, lo evidente es que el conflicto, lejos de cerrarse, va en aumento. Parece evidente que durará, al menos, todo el curso. También parece claro que este extremo, lejos de molestar al Govern Bauzá, le estimula. Corren muy malos vientos para la estructura docente pública de Baleares. No se ve ni la luz ni el final del túnel.





