De la sensatez de sus respectivos departamentos de comunicación y prensa, conceptos tan distintos y distantes aunque unificados por razones de ahorro en ciertos casos y de incompetencia en otros, cabe esperar que eviten torturarnos con la comparecencia diaria en rueda de prensa de los jugadores de sus respectivas plantillas. Bastante tendremos con los tópicos que a buen seguro e involuntariamente, a los que recurrirán Vicente Moreno y De la Morena para explicar sus planes cada viernes y justificarlos después de cada partido. Son 76 declaraciones obligatorias sin contar las requeridas, nunca se sabe a santo de qué, con carácter marginal. Si además de eso tenemos que apechugar con las 152 de cada uno de los futbolistas durante cuatro días a la semana, con lo que a cada uno le tocan siete por temporada, en el mes de octubre habremos agotado nuestras reservas de paciencia.
Señores, que esto es Segunda B, que da muy poco juego y que la eterna rivalidad entre el Mallorca y el Atlético Baleares sabe ya a muy rancia, a historias de nuestros abuelos que a día de hoy se mantienen por tradición y sin sentido. Francamente, me da mucha pereza. Claro que si lo comparamos con el apasionante calendario que nos espera, y sus atractivas citas ante el desfile de los Perelada, Saguntino, Badalona, Sabadell, filiales varios y el Alcoyano, procuraremos hacer acopio de más moral que el susodicho. Es lo que tiene vivir en una Comunidad plagada de primeras figuras mundiales en las que los titulares son para dos equipos de tercera división, invento aparte, propiedad de un fondo de inversión americano uno y de un señor alemán el otro. ¡Qué triste!





