No hay nada como ser de izquierdas para hacer lo contrario de lo que se dice y encima que haya que reír las gracias. ¿Qué decía la izquierda cuando el conseller de Hacienda de Matas, Antoni Rami, estudió la posibilidad de cambiar el emplazamiento del Casino de Mallorca? Puso el grito en el cielo y dejó correr la especie de que este es un mundo totalmente corrompido, que ninguna falta hace que se acerque a Palma. Parecía mentira que el Govern del PP fomente el juego, ese horrendo y pecador mal. Cuatro años después asistimos, gracias a la izquierda, a la inauguración en Palma del Casino que la izquierda nos ha traído desde la lejana Calvià y que la derecha había explorado y no se atrevió a autorizar. Vivir para ver.





