El verano turístico de 2011 en Baleares promete ser mejor que el de 2010. Las ventas se están recuperando fundamentalmente por dos motivos: las economías alemana y británica están en pleno crecimiento, con una mejora sustancial de la disponibilidad económica de los ciudadanos y, no menos importante, Turquía y Egipto, tras la fenomenal temporada de 2010, han decidido aplicar unos aumentos de precios que han provocado bastante enfado entre los mayoristas europeos. Esta recuperación es positiva para todos, sobre todo para una parte de los desempleados que de esta forma tienen más posibilidades de retornar al trabajo. Pero también lo es para el conjunto de la economía y, de rebote, para los partidos que están gobernando, que podrán llegar a las elecciones en un ambiente menos pesimista. Ayer, en Fitur, ya se pudo ver que había unas lógicas ansias de que la tendencia cambiara y, hoy por hoy, parece que esto está sucediendo. Sin embargo, no deberíamos olvidar que los problemas estructurales de nuestro turismo están como estaban: seguimos con una planta de alojamientos mayoritariamente antigua; con una oferta complementaria impresentable y seguimos sin un plan para reconducir nuestra imagen para el futuro. Tendremos más viajeros, pero no cobraremos más por cada noche de alojamiento. La Playa de Palma sigue siendo una muestra de nuestra incapacidad para reconvertir nuestra oferta. Los años anteriores a la crisis de 2008, que habían sido buenos en número de viajeros pero no en ingresos, también sirvieron para esconder el problema de fondo que hoy, nuevamente, corremos el riesgo de disimular.
