Tras el cruce de acusaciones entre Més i PSOE de las últimas horas, los principales dirigentes están obligados a moderar su discurso si de verdad quieren alcanzar un acuerdo de gobernabilidad y estabilidad para toda la legislatura. Aunque con sus últimas declaraciones unos y otros han encendido una mecha que deberán apagar rápido, ya que las bases están criticándose abiertamente y culpando al supuesto socio de forzar la maquinaria.
Independientemente de quien tenga la razón, la verdad es que ambos han debilitado una relación débil y frágil, y con estos pasos en falso es cada vez más complicado tener una relación larga y duradera. Ahora desconfían, y gobernar así es tan perjudicial para el administrado como los gobiernos en minoría. Y otro aspecto que han pasado por alto: el discurso a favor de la unidad de programa frente al ciudadano ha quedado volatilizado; ahora el votante tiene la convicción de que en realidad han estado negociando cargos, cambiando cromos, e intercambiando puestos. Deshacer ese camino también será una ardua tarea.
El envite lo han hecho ellos mismos, y ahora tienen que responder y estar a la altura para evitar un espectáculo dantesco que merme aún más la credibilidad de los partidos y de los políticos.
