Nadie acudió ayer a la manifestación del Primero de Mayo. Los mismos nadies que acudieron el día antes a decir con la Obra Cultural que Mallorca les encanta. Dos tonterías financiadas por el Govern, directa o indirectamente. En los dos casos, especialmente en el segundo, se hicieron amplias campañas publicitarias en los medios, con resultado ridículo, sobre todo en el caso de la Obra Cultural. Nadie quiere decir los convocantes y nada más. Y porque cobran, o piensan cobrar; porque viven de eso. O sea, nadie. Y Lorenzo Bravo se lamentaba de que con esta participación el poder económico triunfará, porque controlará a los gobiernos. Tiene razón Bravo en este comentario: una sociedad pasiva permite que suceda cualquier cosa, no en vano es el sueño de los poderosos. Pero Bravo se olvida de aportar un dato clave que convierte a los sindicatos en organizaciones vergonzantes: ellos cobran subvenciones millonarias de los gobiernos, las cuales les deslegitiman para ejercer cualquier crítica al sistema. Lo último ha sido una ley en la que se fijan sus emolumentos para asistir a alguna de las infinitas mesas de seguimiento, órganos de participación u observatorios. Es muy difícil callarse ante los abusos del poder económico y político, pero también a uno se le queda cara de tonto al sumarse a una manifestación sindical en la que todos cobran por estar allí, menos el humilde ciudadano que, obviamente, ya no puede seguir a estos prohombres.
