Sin humo en las terrazas

El tabaco, considerado el mayor asesino del siglo XX, es una pandemia provocada industrialmente y, por lo tanto, absolutamente prevenible y evitable, a poco que las autoridades se lo propusieran. Quizá tenga algo que ver que Hacienda recaude más de 6.000 millones anuales por esta actividad. Es cierto que la ley antitabaco de 2005, modificada posteriormente en 2010 para prohibir fumar en todos los espacios públicos cerrados, aunque permitía hacerlo en lugares al aire libre, como terrazas de hostelería, siempre que estuvieran totalmente abiertas, supuso un claro avance en nuestro país, pero quince años después se ha quedado obsoleta y requiere de una revisión y un nuevo marco normativo más ambicioso en la lucha contra el tabaquismo y sus graves consecuencias sobre la salud pública.

De la misma forma que los diésel, el motor de combustión o las energías fósiles tienen marcada una fecha a partir de la cual serán residuales, el tabaco y los productos con nicotina también deberían seguir el mismo camino. Sanitarios, científicos y plataformas ciudadanas reclaman una hoja de ruta para alcanzar una España sin humo en 2030.

Porque 15 años después de la entrada en vigor de la ley antitabaco, la tasa de fumadores apenas se ha reducido. Según la última Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España (EDADES) del Ministerio de Sanidad, la cifra de fumadores se sitúa en el 32,3% de la población de entre 15 y 64 años, lo que supone que hay 10,5 millones de personas con una adicción que provoca anualmente 60.000 muertes en nuestro país. Una cifra muy similar a 2005, cuando un 32,8% de los ciudadanos se declaraban fumadores. Pero no encontrarán un contador diario en los informativos de las televisiones con el número de fallecidos por esta pandemia de humo.

Este próximo miércoles, como cada 17 de noviembre, se celebrará el Día Internacional contra el cáncer de pulmón. Fumar es el responsable del 80% de todos los casos de cáncer de pulmón, mientras que la exposición al humo aumenta el riesgo de cáncer de pulmón en una persona no fumadora hasta en un 20 a 30%.

A día de hoy, con estos datos avalados por sanitarios y expertos, resulta del todo incomprensible que, por ejemplo, se pueda seguir fumando en grandes recintos deportivos al aire libre, en los que resulta imposible mantener una distancia de seguridad interpersonal. Es el caso del estadio Son Moix, donde juega sus encuentros el Real Mallorca, que tendría la potestad de declarar el recinto como espacio libre de humo, pero no lo hace.

Cabe recordar que la UEFA no permite fumar en los estadios donde se realizan sus competiciones desde 2012 y la Premier League inglesa es una competición sin humo de tabaco ni aerosoles desde 2007. En España, el Barcelona fue el club pionero, ya que eliminó el tabaco del Camp Nou en 2012. Cuatro años más tarde, en 2016, se aplicó en Euskadi la Ley Vasca de Atención Integral de Adicciones y Drogodependencias, por la que se prohibió fumar en los recintos deportivos. No se respira humo en San Mamés, Anoeta, Ipurúa ni Mendizorroza. Tampoco en Mestalla ni en Zorrilla, Balaídos o el campo del Levante. El Mallorca haría bien en aprovechar el Día contra el cáncer de pulmón para sumarse a la lucha contra el tabaco y así, como club más representativo de nuestra comunidad, servir también de inspiración al resto de clubes de las islas.

Un porcentaje importante de los hosteleros tampoco están por la labor de colaborar en la lucha contra el tabaquismo, pensando equivocadamente que mantener la prohibición de fumar en las terrazas de sus establecimientos, decretada el año pasado para reducir los riesgos de expansión del coronavirus, pueda suponer una merma de clientela y, por lo tanto, de ingresos. Muchos de ellos piden que se levante esa prohibición y algunas comunidades autónomas, como Madrid, ya han accedido, entre otras cosas, porque no existe una normativa estatal que ampare dicha prohibición.

El Colegio Oficial de Médicos de Baleares (Comib) mostraba, días atrás, su apoyo al Govern ante la decisión de prolongar la prohibición de fumar en las terrazas, con carácter temporal, y se adhería así a la propuesta de la Asociación Contra el Cáncer en Balears de promover que la nuestra sea una comunidad con sus espacios públicos libres de humo.

Al respecto, por ahora no parece que las diferentes fuerzas políticas se pongan de acuerdo, como casi siempre en nuestro país. Sería una lástima y un evidente retroceso en materia de salud pública que algunas medidas adoptadas coyunturalmente durante la pandemia de la covid19 para eliminar el humo de nuestras vidas no se asumieran de manera definitiva. Ganaríamos todos, también los hosteleros.

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