Muchas comunidades de vecinos de Palma se quejan amargamente de que los robos de metales en las zonas comunes de sus edificios se intensifican con una frecuencia alarmante. Es reponer y volver a ver cómo se produce uno y otro robo. Es comprensible que la policía no sea muy eficaz en la detección de este tipo de robos, pero, en cambio, no es tan aceptable que no se hayan detectado y desmantelado los circuitos de recompra de estos metales que necesariamente deben ser muy limitados, más en una isla. La cuestión es especialmente grave con el cobre, de lo cual podemos pensar que el tren eléctrico a Inca podría tener necesidad de una vigilancia especial o, en caso contrario, se va a quedar por el camino en muchas ocasiones. Ustedes verán: estos robos son cosas menores, pero en una coyuntura como la actual, que la comunidad de vecinos tenga que pagar un plus significativo por este motivo es especialmente sangrante.





