Asima: Isaac Sánchez Martín. Sánchez Alimentación

“Alguien me dijo que tenía un mal panorama por delante. Contesté que ellos serían el elefante y yo una pulguita que se alimentaría con los restos que dejara el elefante…”

“Lo mío sería imposible llevarlo a cabo a día de hoy”. Quien esto confiesa es Isaac Sánchez, el fundador y artífice de Sánchez Alimentación, una de las empresas de referencia en el sector de la distribución de los productos de alimentación.

Nacido en 1941 en el pequeño pueblo abulense de San Esteban del Valle, en el seno de una familia dedicada al cultivo del campo, al cuidado de las tierras, Sánchez fue labrando su futuro desde jovencito. “A los catorce años, como no había posibilidades de seguir estudiando, empecé a trabajar con mi padre en un pequeño almacén de materiales de construcción que abrimos. Para hacer el reparto, el método de transporte era… ¡un burro!”, recuerda simpáticamente. A temprana edad vio y vivió cómo funcionaban los negocios, los tratos comerciales.

Pero, ¿por qué llega a Mallorca? La “culpa” la tuvo el servicio militar… A Isaac Sánchez le correspondió en suerte (nunca mejor dicho) Mallorca; en concreto, la zona aérea de Baleares. “Yo sólo había oído hablar de Mallorca como lugar donde la gente venía a disfrutar, por ejemplo, para las lunas de miel”. Hasta los 21 años, Isaac no había estado todavía ni en Ávila, ni se había subido a un tren, menos a un barco, ni había visto el mar… Pero todo ello iba a cambiar gracias a la “mili”.

“Me subí a un tren hasta Valencia, la víspera de San José de 1963. Tuve oportunidad de ver las Fallas. Luego cogí un barco para cubrir la travesía entre Valencia y Palma. Y de ahí, a mi destino, Puerto de Pollença, donde debía permanecer hasta septiembre del año siguiente”. El caso es que le licenciaron antes

(sobraba tropa) para alegría de todos sus compañeros y profundo disgusto de Isaac. “Yo estaba encantado con mi vida de entonces. Era feliz. De modo que no conté nada de mi licenciatura a mis padres y decidí quedarme en Mallorca, al menos hasta septiembre. Le dije al sargento, en el bus, que al llegar a Plaza España me preguntara si me quedaba en Mallorca o seguía camino, como todos, hasta el puerto. Y decidí que me quedaba. Ahí deshojé la margarita”.

El caso es que se bajó del bus para quedarse en Mallorca (eso sí: no podía suponer entonces que sería para el resto de su vida). “Me esperaba un amigo que trabajaba en Grifería Buades, y lo cierto es que dormí en un almacén pequeño junto a otra mucha gente, todos apilados. Recuerdo que para lavarnos teníamos que extraer el agua de un pozo…”.

Todo lo que tenía en la cartera Isaac Sánchez en ese momento eran 700 pesetas, con lo cual tenía que controlar mucho sus gastos, hasta el punto de que la dueña el Bar Las Campanas (por la zona de calle Aragón de Palma), le dijo una vez: “Aquí no sólo se despacha agua…”.

“Un día, montado en el bus, vi en el periódico un anuncio que me llamó la atención. Era de Plaza y Janés, y la referencia física, la calle Blanquerna. Ahí me presenté y me aceptaron como vendedor de libros”. Como quiera que el trabajo nunca asustó a Isaac y que sus dotes comerciales no tardaron en aflorar, empezó a destacar como representante de libros. Al poco tiempo, se convirtió en el número 1 en ventas de Plaza y Janés, a lomos de una lambretta.

Ambicioso y decidido, Isaac Sánchez también empezó a dejarse ver por los hoteles para ampliar su cartera de clientes. Con sólo seis meses trabajando como representante, Isaac llegó a ganar 30.000 pesetas mensuales, cuando un amigo suyo, empleado en el Banco Central, percibía 8.000. “Me decían entonces que ni el ministro Fraga ganaba lo que yo”.

Isaac Sánchez cotizaba alto. Corría el año 1965, y en Gallina Blanca publicaron un anuncio que él atendió de inmediato. Pero, tras la preceptiva entrevista, no lo incorporaron. Se asustaron al constatar lo que Sánchez percibía en su anterior empleo.

El caso es que enseguida lo fichó Distribuidora Carrogio, con la ventaja de que esta empresa tenía una colección más completa en el ámbito editorial. Estuvo un año largo, hasta 1966, en el que adquirió un Seat 600 color verde claro que no pasaba inadvertido. “Tardaron medio año en suministrármelo. Estaba yo encantado con ese coche, que tenía de todo, claxon, bandeja… Incluso un amigo me preguntó si llevaba también máquina de afeitar incorporada…”.

Aprovechaba su recorrido por la zona de Campos, Felanitx… para seguir vendiendo libros. “Había salido entonces la ‘Gran Enciclopedia del mundo’, de Menéndez Pidal. Costaba la friolera de 11.000 pesetas”. Con todo, su mejor operación en el mundo editorial “fue con el delegado del Gobierno en Menorca, Carlos Salord, al que un sábado por la tarde le vendí la enciclopedia Espasa Calpe. La pagó al contado, y eran 42.000 pesetas”. También trabajó breve tiempo (unos meses) para la firma catalana Chocolates Oller, la primera empresa que le da de alta en la Seguridad Social, según recuerda.

Otra vez Gallina Blanca se cruza en su camino profesional en 1966. Y, esta vez sí, llegan a un acuerdo, e Isaac Sánchez empieza a trabajar para ellos. “Me metí de lleno en la línea de hostelería que habían creado para toda España. Me recorría toda la Isla, con especial atención por mi parte a colegios y conventos”. Los incentivos por ventas eran sustanciales. Y, para variar, Isaac seguía vendiendo sin freno. El primer año por valor de millón y medio de pesetas; el segundo, tres millones; y el tercero (hasta octubre de 1969) ya alcanzaba los nueve millones. “Había una comisión especial, muy grande, si conseguíamos vender las 21 referencias de la gama de producto. Y lo conseguí, aunque la última costó lo suyo. Con ello, gané 90.000 pesetas”. Pero ahí fue el principio del fin en la historia entre Gallina Blanca e Isaac Sánchez. “Me intentaron ‘colar’ a un nuevo fichaje para que nos ocupáramos los dos de mis responsabilidades, repartiéndonos los clientes, y no lo acepté”. De modo que una vez cobradas las 90.000 pesetas, Isaac confesó que se iba a trabajar a Interal, una empresa formada por antiguos trabajadores de Starlux y de Orlando. Ello supuso un gran disgusto para los responsables de Gallina Blanca y en su propia familia. “En aquel entonces, yo ya estaba casado, con un hijo y una hipoteca a cuestas, pero hice números y decidí cambiar”.

Corría 1969. Isaac Sánchez daba sus primeros pasos en su aventura empresarial en solitario de lo que hoy se conoce como Sánchez Alimentación. Isaac cogió en primer momento la representación de Interal y luego llegarían otras cuantas. Montó un pequeño almacén de 50 metros cuadrados para los productos en los bajos de su piso en Palma. Se estaba gestando su propio negocio… Meses después adquirió otro local ya más amplio en la carretera de Valldemossa, al tiempo que también compró un vehículo de reparto. “Tenía en aquel entonces, en 1969, dos trabajadores, y puedo decir con orgullo que uno de ellos sigue a día de hoy trabajando en mi empresa”.

En 1975, los hermanos Sabater le propusieron a Isaac Sánchez que visitara unas instalaciones que tenían en propiedad en la calle 16 de julio del Polígono de Son Castelló. “Me subí a su Mercedes y cuando vi aquella nave me quedé perplejo, maravillado. Sobre todo, al ver cómo no tenían que levantar la puerta, sino que era una puerta automática… En fin, que llegamos a un acuerdo y compré su local”.

En toda aventura empresarial, hay altibajos, momentos en que todo va viento en popa y momentos en que parece que no soplan vientos favorables. “Sí, siempre hay momentos de dificultad. Recuerdo que, en 1976, el primer año de la democracia, la inflación llegó al 27 por ciento. Yo vendía y compraba a plazo, con lo cual los bancos no se atrevían a financiarme, porque los informes bancarios sobre mi patrimonio se limitaban a decir que estaba pagando un piso a plazos y que tenía un coche. Antes se funcionaba con contratos privados entre los particulares, sin intermediación de los bancos, con lo cual me faltaba una escritura pública, que me formalizó Toni Costa, director del Banco Exterior. Ése fue el aval necesario para poder operar con el resto de entidades financieras”.

Con el apoyo financiero necesario, la empresa Sánchez Alimentación empezó a crecer como la espuma… a pesar del alto precio del dinero y de que los hoteleros crearon su propia cooperativa, que funcionó durante 16 años. “Recuerdo que alguien me dijo que tenía yo un mal panorama por delante. Y le contesté diciéndole que ellos serían el elefante y yo una pulguita que se alimentaría con los restos que dejara el elefante…”.

Si bien la empresa empezó atendiendo las demandas en las ramas de alimentación y de hostelería, al fin optó por dedicarse en exclusiva a esta última, con lo cual el componente de la estacionalidad, que afecta a todo el sector turístico, está ahí… “Consideramos que la fidelidad es muy importante y me siento orgulloso de que algunos de nuestros trabajadores lleven más de veinte o treinta años con nosotros. La estacionalidad en el sector existe y será muy complicado que esto varíe, pero procuramos mantener a nuestros mejores trabajadores fijos todo el año”.

Y, fiel a sus orígenes, Sánchez Alimentación sigue estando hoy en la calle 16 de Julio, pero lo que era un local de 1.800 metros cuadrados, hoy lo es de 5.000. Lo que era una pequeña flota de reparto, hoy son entre quince y veinte vehículos de reparto. De los dos trabajadores iniciales, se ha pasado a unos cincuenta trabajadores, al frente de los cuales están los tres hijos (un varón y dos mujeres) de Isaac.

En todo caso, él sigue ahí, con visitas diarias a la empresa para no perder la costumbre e, incluso, realiza algunas visitas de cortesía a algunos de sus clientes “de siempre” y se toma un café con ellos.

Esta entrevista ha sido publicada en el libro Empresarios con Valor editado por Asima para realzar la figura del empresario.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias