El mundo del turismo le interesó desde muy joven. En una Mallorca en la que en los años 50 se empezaba a gestar lo que una década más tarde desencadenaría el llamado boom turístico, Gabriel Escarrer (Porreras, 1935) fijó su atención en un negocio que muy pronto convirtió en su pasión.
No imaginaba aquel niño, “el extranjerito”, como le llamaban por aquel entonces sus amigos, “por mi conocimiento de idiomas, que debo agradecer a la visión e interés de mis padres, mis ojos azules y mi pelo rubio”, que llegaría a convertirse en un empresario referente en el sector turístico a nivel internacional, contribuyendo de manera decisiva a que la industria turística se transformara en el motor económico de las Islas Baleares y éstas en un codiciado destino turístico en todo el mundo.
Con cuatro años se trasladó junto a su familia desde su Porreras natal a Palma. Recuerda esos primeros años en la ciudad, cuando “tomé contacto con el incipiente fenómeno turístico. Tuve la fortuna de ir a vivir a una zona entonces residencial de Palma, el Terreno, justo frente a grandes hoteles históricos como el Victoria, y como era un chico inquieto y observador, el negocio turístico me interesó desde muy joven, y ya siendo un chaval de 17 años quise dedicarme a ello”.
Sus comienzos fueron en la antigua agencia de Thomas Cook en Palma, “donde pude aprender los fundamentos del negocio y practicar los idiomas que había aprendido, y poco a poco fui teniendo claro que yo que-ría dedicarme a esto y crear mi propia empresa. Sin imaginar hasta dónde llegaría en este empeño, comencé por convencer a mis padres de que, una vez más, me apoyaran, y con la intervención del párroco de nuestra iglesia conseguí convencer también a una feligresa, propietaria del hotel Altair de Son Armadams, de que me lo alquilara. Yo tenía 21 años y muy poca experiencia que aportar, pero conseguí que me avalaran y creyeran en mi proyecto, y nunca les defraudé”.
Fruto de esa ilusión inicial y de la constancia que Gabriel Escarrer puso en ese sueño, logró forjar una de las más importantes y reconocidas empresas turísticas a nivel mundial. “Mis comienzos pueden parecer algo románticos, pero puedo asegurarle que todo fue bastante duro, pues aunque tuve esos apoyos iniciales, resultaba bastante más difícil ganarse la confianza de los bancos para que financiaran nuestros proyectos. Creo que mi tesón y la confianza que siempre he tenido en mí mismo y en nuestro proyecto, me ayudaron a conseguirlo”.
Como muestra de esa dedicación admite que nunca ha escatimado horas al trabajo, más bien al contrario, “siempre le he dedicado a la empresa todo el tiempo que ésta ha necesitado, incluso sacrificando un tiempo personal precioso. Nunca he tenido un límite de horas, había que pagar muchas nóminas y estirábamos la jornada laboral al máximo, muchas noches los problemas me han quitado el sueño”.
De esos primeros tiempos guarda el recuerdo de anécdotas entrañables como el de “una pareja que se formó gracias a nosotros, cuando, debido a un over-booking en un hotel de Palmanova, tuvimos que reunir en una misma habitación –en camas separadas por un pequeño biombo- a un hombre y una mujer que no se conocían de nada, pero ninguno de ellos quería renunciar a su reserva. La pareja terminó en matrimonio, y siempre nos han guardado mucho cariño y gratitud por haberles ‘reunido’ de aquella manera”.
En el plano familiar evoca momentos muy especiales de “cuando mis hijos eran pequeñitos y cuando regresaban los lunes al colegio, en vez de hablar de dónde habían ido de excursión o a esquiar etc, contaban a sus compañeros los hoteles de su padre que habían estado visitando, y ¡les encantaba! Creo que es así como les inculcamos la pasión por este trabajo”.
Desde sus inicios hasta el año 1984, Gabriel Escarrer mantuvo su empresa dentro del ámbito nacional, fue ese año cuando dio el salto a la escena internacional con la apertura del Meliá Bali, en Nussa Dua, “un destino turístico que nosotros arrancamos en la llamada isla de los Dioses. Una experiencia que describe como “una auténtica aventura” y de la que guarda muchos recuerdos y anécdotas. “Se trataba de abrir un hotel en las antípodas de Mallorca, a donde entonces se tardaba un día entero en llegar, y llevando prácticamente todo el equipamiento y mobiliario necesarios para su construcción en barco desde Mallorca y otros puertos muy lejanos”.
Esa primera experiencia en el ámbito inter-nacional no pudo salir mejor, “de la apertura de Bali guardamos un recuerdo extraordinario, pues no solo era el primer hotel internacional, sino también un hotel magnífico que treinta años después sigue acumulando premios a la sostenibilidad, a la calidad y armonía con el entorno. En Bali, aprendimos a respetar y a fusionarnos con las culturas y tradiciones locales, y a este res-pecto guardamos una anécdota fantástica, puesto que durante el proceso de construcción hubo que trasladar un templo donde se desarrollaba el culto a uno de sus dioses, y antes de poder trasladarlo, nuestra gente estuvo tres días completos con sus noches haciendo oraciones y plegarias. Lo cierto es que todo ello trajo un karma muy positivo al hotel y Bali es aún hoy un referente internacional”.
Bali abrió el camino al Caribe, México y la República Dominicana, al igual que otros hoteleros mallorquines, y en 1990 Meliá también entró en Cuba, siendo la primera cadena internacional en firmar la gestión de un hotel. “Nuestra entrada en Cuba fue también una apuesta importante, pues por aquellos años muchos nos tildaron de locos, pero hoy sabemos que hicimos lo correcto, y estamos enormemente satisfechos de haber podido formar parte, junto con nuestros socios cubanos, del desarrollo turístico de un destino único y con un gran futuro”.
Tras convertirse en líderes reconocidos en hoteles vacacionales, dieron un paso más “impulsando nuestros hoteles urbanos, entrando en las principales ciudades de Eu-ropa: Londres, París, Berlín, etc. y hasta hoy no hemos dejado de crecer. Estamos ya en 44 países y seguimos abriendo nuevos mercados para nuestras marcas hoteleras, y ganando presencia en los principales destinos urbanos y vacacionales del mundo”.
El camino hacia el éxito es duro y no está exento de riesgos y problemas, Escarrer admite que “momentos complicados los ha habido y muchos, una empresa como la nuestra no se levanta sin esfuerzo, y tampoco es fácil mantenerse durante 60 años con éxito continuado y en posiciones de liderazgo. Pero debo decirle que siempre he creído en esta compañía, y en que podríamos asumir los retos, por ejemplo, cuando adquirimos una cadena como Hotasa o sobre todo Meliá, que parecían más grandes que nosotros, y fue difícil, pero a la vista está que lo conseguimos”.
Otro reto fue, sin duda, la salida de la compañía a Bolsa, “lo vivimos como un salto cualitativo importantísimo, imagínese a una empresa familiar que entraba en un mundo de máxima exigencia, en cuanto al rigor y a la transparencia requeridos, que además nos ponía en el escaparate, ante los medios y ante la sociedad, de una manera en la que nunca habíamos estado”.
De ese momento, recuerda la “presión, porque hasta entonces Meliá era algo así como un ‘tesoro oculto’ para los inversores, y a partir de entonces fuimos una ‘casa de cristal’ con una gran exposición al mercado, pero también con muchísima ilusión, porque sabíamos que era un movimiento que permitiría a nuestra compañía cobrar músculo financiero y crecer haciendo aquello que mejor sabemos hacer: abrir y gestionar hoteles por todo el mundo”.
“Aparte de tener visión y contar con un gran equipo”, Gabriel Escarrer no alberga ninguna duda en relación a las claves que han hecho de su empresa lo que hoy es, “pienso sinceramente que el hecho de mantenernos como una compañía de amplia base familiar, con sólidos valores y una visión de crear valor para sus accionistas y para la sociedad a largo plazo, frente a posibles intereses especulativos, ha influido en nuestra estrategia, nos ha protegido y nos ha hecho más fuertes”.
Guarda un recuerdo especial de los inicios de ASIMA, especialmente “la gran ilusión que todos teníamos, el carácter pionero de la Asociación, que en muchos aspectos fue pionera y visionaria como muchos de los empresarios que la formábamos. La FUNDACIÓN ASIMA, por ejemplo, muestra muy adelantada de lo que hoy conocemos como responsabilidad social corporativa, o la creación del primer Instituto Balear de Estudios de Dirección Empresarial, el IBEDE, donde yo mismo cursé en su día un programa Master en el que coincidí con grandes figuras académicas y con grandes amigos empresarios”.
Empresario desde edad muy temprana reivindica el papel de éste en la sociedad: “Es el individuo que asume riesgos de manera proactiva con el fin de crear riqueza y empleos, que es lo que proporcionan las empresas a la comunidad. Los empresarios no sólo son útiles, sino que son absolutamente claves para que podamos tener una sociedad próspera. Desde mi amplia experiencia puedo decirle que una sociedad tiene la altura que tienen sus empresarios”.
“El turismo es nuestra principal fuente de riqueza y a veces, a nuestros políticos les ha faltado altura de miras para aunar esfuerzos con los empresa-rios en aras de los objetivos comunes; creo que está en juego el bienestar de nuestra sociedad, y por ello hay que evitar a toda costa el divorcio que existe desgraciadamente en ocasiones, entre el sector público y el sector privado”.
Así, reclama a los gobiernos “un claro apoyo a la empresa y a los empresarios, porque es la mejor manera, si no la única, de hacer progresar nuestra economía e incrementar el número de empleos”.
La vida de Gabriel Escarrer ha estado entregada al trabajo, a su familia y a su gran pasión, el turismo. Si echa la vista atrás se considera un hombre afortunado, “la vida me ha bendecido tanto en lo familiar como en lo profesional, y doy gracias por ello. Sin embargo, le diré que siempre he creído que la suerte no te encuentra, sino que hay que buscarla y trabajársela”.
Esta entrevista ha sido publicada en el libro Empresarios con Valor editado por Asima para realzar la figura del empresario.