Salió del Consolat por la puerta de atrás, estuvo meses escondido y cuando volvió a la escena pública lo hizo para acusar al Govern de Bauzá de alarmista y de inflar la deuda de la comunidad que dejaron él y su equipo de gestores. Pero con el recorte de empresas públicas anunciado por el Ejecutivo a Francesc Antich no le ha quedado más remedio que agachar la cabeza y alabar la decisión del nuevo inquilino del Consolat al considerar necesaria una reestructuración del sector público. Eso sí, siguiendo con su política de echar la culpa a otro achacó a Jaume Matas el desmadre en el sector público. Se le olvidó a Antich que él fue durante cuatro años el que mandaba desde el Consolat y que tuvo tiempo más que de sobra para meter la tijera a tanta empresa pública. Lo que le faltó, como siempre, es valentía.





