El conseller de Medi Ambient, Miquel Mir, sube un peldaño más en la guerra de Més contra el turismo y pide un pacto entre fuerzas políticas para prohibir la promoción.
Los ecosoberanistas han dejado bien claro este verano que van a muerte contra todo lo que signifique turismo: primero con los informes que han hundido los chiringuitos de playa, después con el ‘no’ al patrocinio del Mallorca –cuyo desenlace sigue siendo un misterio- y después con el portazo al plan de los nómadas digitales en Playa de Palma.
Es evidente que Mir -como la teniente de alcalde de la ciudad, Neus Truyol, y otros dirigentes de Més- tienen la vista fijada en mayo de 2023 –porque, de hecho, la campaña arranca hoy mismo- y tienen que sacar toda la artillería posible contra la industria “depredadora” que amenaza a la comunidad. De ahí su obcecación contra la promoción turística.
No han entendido (porque se niegan a entender) que la promoción no es la captación de un mayor número de visitantes sino la definición de los productos y perfiles que la comunidad –administraciones y sector privado- han decidido que quieren atraer. Hace ya años que existe quorum en torno a la idea de ‘menos turistas pero de mayor calidad’ y así se debe mantener. Sin embargo, a Més tampoco le va bien esto. Se ha visto con su política antichiringuitos, cuyos clientes son de un segmento claramente interesante, por su capacidad adquisitiva y su relación con el entorno.
Mir y sus camaradas se niegan a entender los beneficios de la promoción turística, como también se niegan a aceptar que sus jugosas retribuciones económicas salen del bolsillo de los contribuyentes, que pagan religiosamente sus impuestos y tienen que soportar a irresponsables políticos arreando constantemente al motor económico que les mantiene. Més también vive del turismo, le guste o no.
Por tanto, defender el fin de la promoción turística en una comunidad que come de esta industria sólo demuestra la mayúscula insensatez y egoísmo en los que viven instalados los dirigentes de Més.
Llegados a este punto, urge que la presidenta del Govern, Francina Armengol, tome cartas en el asunto y llame al orden a Mir recordándole que, por encima de los postulados partidistas que sólo buscan arañar un puñado de votos, están los intereses de toda una comunidad. Si él y su formación quieren arruinar a todos los ciudadanos –excepto una minoría elitista y funcionarial que les vota- que lo digan abiertamente. Y fuera del Ejecutivo.