Con el paso de los años, observas, con relativa frecuencia, como lo que comúnmente se llama amistad se confunde con lo que se define como interés. Que los afectos son flexibles, plásticos, deformables. Aumentan en los momentos álgidos y disminuyen en las situaciones de depreciación y ocaso. Y obviamente, no son lo mismo; Cicerón ya afirmaba que la verdadera amistad empieza precisamente donde acaba el interés. Hoy, con frecuencia, se solapan y suplantan.
La vida también enseña que, en no pocas ocasiones, lo que se entiende como principios, no son sino simples tacticismos. Y las tácticas, son variables, interesadas, tienen sus reglas, obedecen a objetivos y entran con demasiada frecuencia en conflicto con los principios básicos personales.
Al final, caes en la cuenta de que Marx era un adelantado a su tiempo. Me refiero a Groucho Marxs, el excepcional cómico neoyorquino.
El cómico que no necesitaba abrir la boca para decir más, mucho más, de lo que dicen muchos de los que no paran de hablar.
El divertido artista capaz de hacer reír hasta la impostura.
El protagonista de la hilariante escena del camarote de los hermanos Marx, en la película “Una Noche en la Opera”, nada excepcional en algunas administraciones del presente.
Y en especial, el artista que ha convertido en moda la cita anómina de "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros."
Tanto es así que en determinados entornos laborales, se puede constatar que algunos de los defensores radicales del “marxismo”, el de Carlos, lo son solo de boquilla. En realidad son militantes del Grouchismo; el único pulso que establecen con el capital es el que tiene que ver con el propio. Y que incluso, aceptarían tener alma si pudieran venderla.
Han descafeinado su discurso, por aquello del interés, hasta límites que, desde el potencial anonimato, se hacen pasar por históricos conservadores.
Grouchistas, al fin y al cabo, a los que les gustan más los cargos de libre designación que a los tontos los palotes. Grouchistas con “manual” propio, para forzar y disimular su origen “digital”. Marxistas Grouchistas radicales, plagados de contradicciones que más que hacer reír, provocan la risa.
Uff. Cuantas vulgares reflexiones para un nada vulgar sábado de mayo, en plena campaña pre-electoral. Campaña que está provocando verdaderas crisis de pánico en algunos “profesionales” más pendientes de las urnas y sus resultados que de los propios libros de medicina. No vaya a ser que ganen los suyos.
Viva Marx, Groucho, y buen finde amigos.





