Balas de fogueo

El Mallorca fue mucho mejor que el Oviedo, también que el Cádiz y el Reus, pero no ha ganado ninguno de los tres primeros partidos de liga, pese a hablar de dos recién ascendidos y un tercero, el equipo de Fernando Hierro que tiene que mejorar bastante si quiere ser alguien en la categoría. De hecho los asturianos merecieron al menos el castigo de un gol en contra, no solamente por las ocasiones generadas por el equipo de Fernando Vázquez, otra vez desacertado en los cambios, sino por su tacañería en ataque, ya que Santamaría, cancerbero local, pudo haberse quedado en el vestuario.

Para no exagerar contabilizamos hasta seis oportunidades de gol en la portería de Juan Carlos, salvador de su equipo en la primera parte, un meta que estuvo al alcance del Mallorca y acabó en la capital del Principado. Catorce saques de esquina lanzaron sin éxito los bermellones. Muy sencillo, nadie la enchufa. Durante toda la temporada los ejecutivos instalados en la planta noble de Son Moix, entrenador incluido, han hecho oídos sordos a la necesidad de contratar un delantero centro que cada día se hace más evidente. Perdidas las mejores operaciones por falta de tesorería –¿dónde están los veinte millones de Sarver?- la solución fue Lekic, un tanque del área reservado para los minutos de la basura.

Esta vez el partido no murió con un inmerecido tanto visitante, como en la jornada inaugural. Ni siquiera pudo pasar, aunque entonces tampoco y sucedió. Pero en fin, lamentarse por los vicegoles generados equivale a salir al campo de batalla con balas de fogueo: puede que te mantengas con vida y ganes terreno al contrario, pero no matas ni a un enemigo.

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