La ausencia del senador popular José Ramón Bauzá cuando el miércoles la Cámara Alta aprobó reclamar el descuento del 75 por ciento para los residentes baleares que vuelen a la Península ha provocado una gran cantidad de reacciones que van desde la perplejidad de unos a la crítica más mordaz de otros.
La sensibilidad que despierta en la sociedad balear todo lo relativo a la conectividad y a las ayudas para que el transporte resulte a los baleares menos costoso y difícil es un argumento empleado comunmente por los políticos locales. Y el paso para que se aplique el ansiado descuento del 75 por ciento se ha convertido en el objeto de deseo que unos y otros quieren presentar como un éxito propio. Bien lo saben Francina Armengol, que esta misma semana viajó a Canarias para hacer frente común con este asunto como objetivo principal, o Biel Company, quien confía en poder presentar el descuento como un logro de su interlocución ante sus compañeros de partido en Madrid.
Bauzá lo ha tenido difícil para explicar su ausencia en la que ha sido una de las votaciones del Senado más importantes para los ciudadanos de Baleares, y ha acabado admitiendo que fue un error no estar en el hemiciclo en ese instante. Argumentó que la votación apenas duró unos minutos y que, en ese momento, se encontraba preparando una próxima asamblea parlamentaria a la que debe asistir estos días.
No parecen argumentos suficientes, por lo que el propio Bauzá los ha presentado más como explicación que como excusa. El que fuera presidente de esta comunidad durante 4 años, y que ahora ejerce como senador por designación de los miembros del Parlament balear, debería ser consciente de la importancia que, para los ciudadanos de las islas, tiene su papel en una cámara como el Senado. Es cierto que su voto no habría alterado el resultado final de la proposición, pero un político con la trayectoria de Bauzá debería saber que, en política, las formas son casi tan importantes como el mensaje. Especialmente, ante los ciudadanos a los que representa.
