CON PUNTA FINA | MANU BLANCO

Cuestión de Estado

A buen seguro el viernes 13 será recordado por muchos como el viernes negro del S. XXI. Las futuras generaciones, en las que se encontrarán nuestros hijos y nietos,  estudiarán en la asignatura de historia la grave situación económica por la que atraviesa nuestro país en estos últimos años.

Las medidas anunciadas la este mes y aprobadas por el Consejo de Ministros hace diez días no son fáciles de digerir ni para el que toma la decisión ni para el afectado por las mismas. El Gobierno de Rajoy lo tiene claro. Hay que seguir reduciendo el gasto público para no sobrepasar el déficit. Rajoy no tenía otra escapatoria. Bruselas nos deja el dinero y, obviamente, ellos nos dicen qué tenemos que hacer para asegurar el reintegro del mismo.

Estaba  claro desde hacía mucho tiempo que España necesitaba un revulsivo. Hay que cambiar muchas cosas. Y, pocos, son los valientes para llevar a cabo las reformas. La solución pasa por  la reactivación de la economía. La duda, según algunos analistas, está en si las medidas anunciadas por Rajoy ayudarán al crecimiento económico o no.  Durante las últimas semanas me he planteado una serie de reflexiones a las que he hallado respuesta a alguna de ellas. Si  en España estamos tan mal y tenemos un paro que va a llegar al 25%, ¿cómo es posible que no se hayan empezado a saquear supermercados, producir revueltas callejeras, etcétera? Pues muy sencillo. Nuestro país genera y mueve tal cantidad de dinero negro que por muy mal que esté una familia, todavía cuenta con el aliciente de tener en su haber unos cuantos billetes con los que capear el temporal del día a día.

Precisamente, una de las medidas del gobierno de Rajoy es acabar con el dinero negro que hay en circulación. La solución no es premiar a los que durante años han estafado al Estado con el blanqueamiento a un diez por ciento. Bajo mi punto de vista, la solución está en eliminar el dinero. Sí, eliminar los billetes y las monedas en circulación. Dejen que me explique. La solución pasaría por convertir todo el dinero en magnético. Al no haber dinero en circulación no habría lugar a generar una bolsa “B”. Desde el panadero hasta el que regenta un bar-restaurante hasta el instalador o el “chapuzas” que nos viene a arreglar los desperfectos a casa. Todos estarían permanentemente bajo la atenta mirada de nuestro “Gran Hermano” que no es otro que Hacienda.

¿Cuál es el problema? La falta de voluntad política para acordarlo. Factible, por supuesto. Real, también. Que se vaya a hacer, esa es otra historia que quizás nunca conozcamos. La confluencia de intereses es tal que algunos están atados de pies y manos. Mientras tanto, la clase media seguiremos aportando al Estado los ingresos que necesita. Sólo nos queda resignarnos o emigrar a países mejores. Apunten estos nombres: Suiza y China.

 

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