La labor del director deportivo de un club no se puede desarrollar al margen de las directrices que marque la propiedad y no solo se trata de fichar a buenos jugadores, sino de firmar con ellos unos contratos adecuados a un nivel salarial lógico en la categoría y, ¡ojo!, con una duración que no le suponga al club ninguna hipoteca. Es verdad que en ocasiones y tal como funciona el mercado hoy día hay que ceder en algunas cláusulas e incluso “comerte” algún marrón; recuerdo por ejemplo el fichaje de Josemi, condicionado al traspaso de Ibagaza, o de Saborit, más reciente, que obligaba a alinearle en un determinado número de partidos. Pues bien, aun teniendo en cuenta tales circunstancias anómalas aunque no infrecuentes, cabe esperar que el Mallorca se mueva mejor en el mercado de invierno de lo que lo hizo este último verano.
Valga un ejercicio especulativo sobre un hipotético ascenso, ¿alguien se imagina cuántos futbolistas de la plantilla actual podrían ser titulares en Segunda A?. La verdad es que ni un iluso lograría reunir a los que caben en los dedos de una sola mano. Lo peor es que Abdón tiene un compromiso de cuatro años, Salva Sevilla de tres, Reina igual, Alex López, Xisco Campos, Pol Roigé, etc. Malo porque en caso de no ascender se quedan todos y más grave porque si el equipo sube, no sirven. De ahí que no dudemos en calificar el trabajo del director deportivo, Javier Recio y del CEO, Maheta Molango, como un verdadero desastre, un suspenso en toda regla. Por eso deben extremar las medidas y sus conocimientos para reforzarse con tino, pero también con tono.
