Parece que nos hemos trasladado a los años 90. Baleares sufría un absoluto desorden en la gestión de los residuos sólidos urbanos (RSU). Los vertederos incontrolados eran omnipresentes. Invadían canteras, caminos y el propio campo abierto. Ardían día si y día también. Los electrodomésticos retirados, restos de obra y plásticos formaban parte del entorno que no respetaba ni las áreas protegidas.
La basura se había convertido en una pesadilla y las columnas de humo por fuegos provocados, eran compañeros habituales del paisaje. La imagen de descontrol era absoluta.
Las organizaciones ecologistas reaccionaron con virulencia. Los operadores turísticos vivían con extrema preocupación el deterioro medioambiental que se trasladaba a los medios de comunicación de sus países de origen.
La respuesta de la administración fue espectacular. Todos los actores jugaron su papel. Buscaron los espacios en común y se pusieron a trabajar. Lo hicieron con decisión, competencia y medios. El camino no fue fácil.
Mallorca se convirtió en pocos años en un referente mundial de la política de gestión de residuos. El espejo en el que miraban todos los territorios insulares del mundo.
25 años más tarde hemos recuperado aquellas insólitas y lamentables imágenes de antaño.
Precisamente en esta línea, la editorial de ayer de esta publicación ponía el dedo en la llaga sobre la situación de los torrentes y la urgente necesidad de darle respuesta. Recuerda que el medioambiente no entiende de burocracia ni de disputas políticas y que requiere acciones decididas y protección efectiva.
Al deterioro de la gestión de los RSU de la última década hay que añadirle la falta de mantenimiento y adecuación de las instalaciones de depurado de aguas residuales. El atentado a la salud de los ciudadanos con la deposición continuada de aguas no tratadas en el mar, es manifiesto e intolerable. Baleares, también había sido la primera comunidad en controlar la gestión de las aguas residuales. La depuración centró los esfuerzos en los setenta y los ochenta hasta dar cobertura a todo el territorio. Actualmente estamos incumpliendo de forma flagrante normas de rango europeo en la gestión mediomambiental
Cada isla tiene sus singularidades en la producción y gestión de residuos. En este sentido, debemos poner el foco en los responsables de los Consells Insulares de la última década, de las últimas tres legislaturas. Los relatos orientados al despiste y a difuminar culpabilidades poco importan.
De ellos es la principal responsabilidad de los polivertidos. De ellos, de sus debilidades, de sus prioridades, de su elección de cargos para desempeñar la gestión de las políticas medioambientales… De ellos, especialmente de ellos.