Cristófol Soler, expresidente del Govern y del Parlament y exconseller de Economia, piensa seguir adelante con actividades culturales ahora que ha firmado el finiquito como alto empleado del Centre Balears Europa tras el ERE impulsado por el Govern Bauzá. Soler manifiesta que "me dedicaré a escribir artículos y a participar en tertulias en los medios de comunicación, pero no redactaré mis memorias porque así me lo piden mi mujer y mis hijas".
También destaca que "estoy a disposición de la Obra Cultural Balear para lo que me necesiten. Es sabido que estoy muy identificado con esta organización". A su vez, tiene "absolutamente descartado" volver a la primera línea política. "Ni me lo planteo", asegura.
Aunque la decisión de acogerse al ERE es suya, es harto sabido que Soler es persona non grata para los actuales inquilinos del Consolat, sobre todo por su conocida postura en defensa de la lengua propia. Soler llegó a presentarse en un pleno del Parlament, en la actual legislatura, con un lazo cuatribarrado en unión del también expresidente del Parlament y del PP, Joan Huguet. Este último también ha sido apartado y ahora se dedica a impartir clases.
Comienza así una nueva vida para Soler en la que piensa desplegar toda la actividad intelectual que le sea posible. También pasará a engrosar la enorme lista de isleños que dependen de la prestación de desempleo. Reconoce que un problema de salud de un familiar ha sumado en la hora de tomar la decisión de marcharse. "Yo ya lo he hecho todo en esta vida. He ocupado los cargos más importantes del autogobierno, he hecho todos los cursos que me había plateado hacer", afirma el expresidente, que el próximo diciembre cumplirá 57 años.
En ambientes políticos se comenta insistentemente que "Tòfol no se va, le han echado. A ningún otro expresidente balear le había pasado una cosa semejante". Ante estas afirmaciones, Soler se limita a sonreir.
