Se le llama desecho de tienta en el argot taurino al fenómeno en cascada por el que las reses rechazadas en una tienta, en vez de ir al matadero, son cedidas a un taurino cualquiera, que fundará con estas sobras una nueva ganadería. De los desechos de ésta, asimismo, se surtirá un tercer ganadero, y así, sucesivamente, rebajándose cada vez más la poca sangre brava que queda para disgusto de los aficionados a los toros.
Después de los siete días transcurridos desde que me enteré que los derrotados Alberto Fabra ex President de la Generalitat de Valencia y Rita Barberá ex Alcaldesa de Valencia, semivitalicia, se irán al Senado después de ser números 1 y 2 de la candidatura del PP a las Corts Valencianas, aún sigo intentando averiguar porque cuando me enteré lo primero en que pensé fue en lo de los desechos de tienta, seguro que hay alguna razón que ahora se me escapa.
Pero es que ayer, de nuevo se me volvió a aparecer la misma imagen, ya que resulta que anteayer jueves el Parlament de les Illes Balears, con los votos del PSOE y del PP envió a sestear al Senado a José Ramón Bauzá y a Francesc Antich, ambos ex presidentes del Govern Balear con la abstención de Podemos, Més y Ciudadanos y los votos en contra de los diputados del El Pí.
El Senado español, organismo inútil donde los haya, lo están transformando a marchas forzadas de un cementerio de elefantes en un aparcamiento de derrotados políticos del signo que sean y a los que sus propios partidos se los quitan de en medio y se les envía al Senado, como he dicho, más para quitárselos de en medio que para que en tal lugar hagan algo de provecho en bien del pueblo que les paga sus cuantiosos salarios, les paga sus viajes y desplazamientos varios, muchos de ellos ,como ha quedado demostrado más de una vez, absolutamente inútiles, particulares y alguna que otra vez hasta privados.
Pero es que, que le envíen a uno al Senado, no solo tiene la ventaja de cobrar un sueldo muy por encima de la media de los salarios de muchos profesionales que han tenido que currarse su plaza y demostrar que saben hacer algo más que una “O” con un canuto, sino que mientras la cuantía de la jubilación de cualquier trabajador se determina según su cotización a la Seguridad Social durante los quince últimos años de vida laboral (de los 50 a los 65), sin que se tengan en cuenta periodos anteriores, los diputados y senadores españoles tienen garantizada la pensión máxima (2.466,20 euros frente a la mínima de 557,50 euros de quien se jubila a los 65 y no tiene cónyuge a su cargo) con once años de actividad parlamentaria.
Si se hubiera ya tomado la sabia decisión de eliminar de una vez al Senado, tal como ocurre en países de muy larga tradición democrática como son Noruega, Suecia o Dinamarca que no tienen, ni han tenido nunca senado, o hecho como Alemania que solo tiene 100 senadores o los propios EE.UU que tiene un solo senador por estado, ahora no tendríamos que mantener a 260 senadores y gastar inútilmente más de 3.500 millones de euros cada año. Y más cuando todos los grandes teóricos del derecho constitucional e internacional entre los que destacan Duverger y Jellinec opinan que es una cámara innecesaria, prescindible y en proceso acelerado de extinción.
No cabe ninguna duda que enviar a los cuatro personajes que he mencionado al Senado es una buena forma de provocar su pronta desaparición.
