El suceso tuvo lugar durante la noche en la playa de Magaluf al dar los agentes con un hombre que había lanzado al mar tras consumir drogas y alcohol y que no podía volver a la costa.
Los policías habían comprobado, con la ayuda de unos prismáticos, que el hombre se había refugiado en la Isla de Sa Porrassa, desde donde pedía ayuda.
En un momento dado, se volvió a arrojar al mar y se encontraba nadando con mucha dificultad y sin avanzar, corriendo grave peligro.
Uno de los guardias civiles se dirigió a por un flotador a un hotel cercano mientras el otro alumbraba con su linterna la posición en la que se encontraba el turista para no perderlo de vista, mientras los policías se mantenían vigilando.
EL AGENTE NADÓ 500 METROS HASTA LLEGAR AL HOMBRE
El agente se desprendió del uniforme y se internó en el mar y guiándose por los gritos de auxilio y por la iluminación del otro agente.
Tuvo que nadar más de 500 metros hasta alcanzar al hombre, al que llegó en unos 5 minutos y lo encontró en un gran estado de alteración y con signos de pánico e hipotermia.
Tras varios intentos consiguió colocarle el flotador alrededor del cuerpo y procedió a remolcarlo hasta la orilla. El turista comenzó entonces a mostrar un comportamiento errático, con grados de euforia alternados con episodios de llanto y con la mirada ausente.
En una primera exploración, los agentes comprobaron que desprendía un fuerte olor a alcohol y que podía encontrarse así mismo bajo los efectos de algún tipo de sustancia estupefaciente.
Posteriormente, el rescatado empezó a gritar a los agentes y a varias personas que allí se encontraban, mostrando una actitud muy agresiva, por lo que finalmente tuvo que ser reducido y detenido por la Policía Local de Calvià.