El abuso de los petardos en Navidad

Las festividades navideñas suelen ir acompañadas de risas, regalos y cálidos momentos en familia. Las tradiciones de Mallorca se mantienen, a pesar de los años, como señalaba estos días el reportaje publicado sobre el tema por mallorcadiario.com. Sin embargo, últimamente, otro elemento ha emergido como protagonista indeseado en estas fechas: el estruendo de petardos y cohetes. Esta costumbre relativamente reciente, que en algún momento fue exclusiva de la Nochevieja, ahora ha extendido sus tentáculos hasta la Nochebuena y la Navidad, generando un sinfín de molestias y quejas entre los vecinos.

Existen diversas normativas, tanto a nivel nacional como municipal, sobre la compra y el uso de petardos y cohetes o sobre el ruido, incluyendo un catálogo de sanciones nada despreciables. Pero su cumplimiento y control es relativo. El impacto negativo de los petardos no se limita a la incomodidad auditiva, sino que conlleva riesgos, sobre todo, cuando son utilizados por los más pequeños. Por otro lado, el exceso de ruido no sólo perturba a las personas, sino que también afecta de manera significativa a los animales. Las mascotas son seres sensibles a estos estímulos y sufren altos niveles de estrés, ansiedad e incluso lesiones físicas a causa de las detonaciones. Es una afrenta innecesaria a su bienestar que, en ocasiones, puede llegar a ser irreversible.

Las asociaciones de consumidores han sido testigos estos días de este problema ciudadano, recibiendo quejas en todo el territorio nacional, lo que refleja una preocupación generalizada que requiere una atención inmediata por parte de las autoridades pertinentes.

Una posible solución, apuntan, sería la habilitación de espacios designados para el uso controlado de petardos y cohetes, alejados de los núcleos urbanos; lugares que, supervisados por las autoridades, no sólo reducirían las molestias para personas y animales, sino que también permitirían un control más efectivo sobre el uso de estos artefactos.

El control de estos espacios no sólo sería beneficioso para mitigar el ruido ensordecedor, sino también para regular su uso, particularmente entre menores de edad, ya que -como se señalaba anteriormente-, en muchos casos, estos productos explosivos son manipulados por jóvenes sin el debido cuidado ni conocimiento de sus consecuencias, poniendo en riesgo su integridad y la de quienes los rodean.

Es fundamental que las administraciones -sobre todo las locales- locales tomen cartas en el asunto y establezcan medidas efectivas para el control y regulación de estos artefactos. La promoción de campañas de concienciación y la colaboración con entidades educativas para informar sobre los peligros asociados con el uso indebido de petardos y cohetes serían pasos fundamentales hacia un ambiente festivo más seguro y respetuoso para todos.

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