El asterisco deforme del Parlament

El acto solemne de aprobación del Estatut d’Autonomia de les Illes Balears, celebrado el miércoles pasado en el Parlament, fue una fiesta de la clase política para homenajearse a sí misma. Ajenos a toda realidad social, conmemoran lo buenos que creen que son y lo bien que imaginan que lo hacen. ¿El qué? No se sabe, pero qué más da. Lo celebran ellos y lo paga usted.

Este año, además, les dio por tirar la casa por la ventana. Vicenç Thomàs, presidente del circo de tres pistas en que ha degenerado la cámara balear, pasará a la historia por haber cambiado un logotipo digno y señorial, por un bodrio espantoso y lamentable, que parece diseñado para denigrar con saña a la institución. Un adefesio horrendo que no representa nada, que nada dice, excepto una cosa. Deja claro que incluso en identidad gráfica, el Parlament va a peor. Y ellos encantados. De un logotipo elegante que representaba la fachada de la sede de la soberanía popular de Balears por la calle Conquistador de Palma, pasamos a algo de indefinible ejecución. Monstruoso.

Vicenç Thomàs explicó que el paso de los años “ha hecho necesaria una revisión de los elementos que hoy en día nos identifican como institución”. No es verdad. No era necesaria, pero les apetece malgastar el dinero de todos en cosas que puñetera falta hacen. Si hubiese sido para mejorar, tendría un pase. Pero esta aberración, que sólo beneficia a la empresa contratada, Mandarina, mengua la imagen del Parlament, aunque hay que reconocer que no más de lo que lleva degradándose en los últimos tiempos.

El nivel intelectual y político de la cámara balear va en consonancia con el nuevo logotipo que han escogido los miembros de la Mesa. De mal en peor. Hasta el vídeo de presentación es de vergüenza ajena, repleto de imágenes sacadas de un banco de imágenes que nada tienen que ver con Balears ni con la ciudadanía balear. Enhorabuena por este fracaso conceptual que degrada aún más a la institución, si tal cosa fuese posible.

Por cierto, la próxima vez que presenten algo, preparen aplausos enlatados, no vaya a repetirse lo de esta vez, que el presidente Thomàs destapó el atril con el nuevo logo y de tan horripilante que les pareció a los asistentes, nadie aplaudió. ¡Ridículos!

Lo de vetar a personas que debieron ser invitadas si la cámara tuviese un mínimo de decencia y dignidad –que no tiene, como es de ver–, pone en evidencia que más que un Parlament democrático, es ya un casino de provincias. Donde los diputados son los socios que invitan a dar una conferencia a quien a ellos se les antoja y no a quien lo merece por derecho propio. Felicidades.

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