Las dos últimas legislaturas del Gobierno de España se caracterizan por las imposiciones territoriales y la dictadura de las propuestas ideológicas de las minorías. Sánchez llegó a la presidencia de la mano de la morcilla de De Prada y con los apoyos interesados e indisimulados de comunistas y separatistas.
Con unos apoyos basados en los intereses particulares de formaciones que no conjugan en ninguna de sus variables el interés general. Con unos acuerdos de ideología radical que enfrentan a los españoles.
Con un formato de Gobierno multitudinario y de bajo perfil diseñado para el reparto de carteras y competencias y poco operativo. Un Consejo que genera trifulcas, desacuerdos, tensiones, oposición política y pasteleo dentro del propio ejecutivo. Con un número significativo de miembros que no dan la talla. Con un reducido grupo de tecnócratas arrastrados por las ocurrencias del grupo, a ser partícipes directos de desafortunadas decisiones colegiadas.
Un gobierno que tiene la cara dura, porque no se puede decir de otra manera, de despreciar a los Cuerpos de Seguridad del Estado y de acusar a los jueces de falta de formación. Lo demás es de sobras conocido y sufrido por la mayoría de ciudadanos.
El último escándalo es el de una ley con un articulado disparatado, apoyado por todos sus socios, que reduce las penas a los delincuentes sexuales. El hecho, muy grave en sí mismo, es el penúltimo capítulo de un gobierno que supera con creces las incoherencias de los de Zapatero.
La realidad nos muestra cómo nos empobrecemos cada día que pasa. La deuda está disparada y la inflación azota los bolsillos de los ciudadanos; el agujero de las cuentas públicas lastra el futuro de las pensiones y empobrece a toda una generación.
Observamos cómo se alientan los enfrentamientos por razones ideológicas, como se resiente la seguridad en las calles y como se rebajan las penas de la sedición con el diseño de un Código Penal a la carta.
Constatamos cómo la calidad de la enseñanza se desmorona. Como la sanidad se deteriora y la falta de liderazgo en las políticas de cohesión nacional debilita el Estado de Bienestar.
La respuesta del gobierno de todos los españoles es más ombliguismo, más división y más pobreza.
Se dedican a sus cosas. Grandes esfuerzos para sortear las sentencias que llevan a prisión a expresidentes del PSOE por el saqueo continuado de los fondos de los andaluces y mas medios de todos los ciudadanos para dar oxígeno a los separatistas a cambio de apoyo.
Las acciones de gobierno se basan en la ficción, en la mentira permanente, en la falsedad, en la tramoya y en la simulación continuada de que todo va bien.
Hasta el límite de bajar la calidad de la democracia que los españoles nos hemos dado para crecer desde la convivencia y el respeto con el fin de desarrollar un moderno estado del bienestar.
El objetivo prioritario es perpetuarse aún a costa de romper todas las costuras de los grandes temas de estado que dan solidez y solvencia a nuestro país. Estamos en manos de un gobierno de manifiesta impostura y empobrecimiento que no escatima ni medios ni recursos para disimularlo, para que no se note. Buen finde.