Hace meses que el mal llamado “lenguaje igualitario” se viene apoderando de los comunicados de prensa relativos a las actividades sanitarias en Baleares. La tontería ha llegado a extremos tales que ahora podemos leer, sin ningún pudor de sus autores: ciudadanos y ciudadanas, usuarios y usuarias, enfermos y enfermas, trabajadores y trabajadoras… Y así hasta límites en los que el texto pasa a ser ilegible, aunque tal vez eso sea lo que algunos pretendan. Estos inventores del lenguaje, que se han saltado todas las reglas gramaticales para contentar a no se sabe quién, ignoran que esta forma de escribir es tan absurda y ridícula que por mucho que la impongan no tiene ningún futuro. ¿Se imaginan una noticia en la que a lo largo de todo el texto se repitan ambos géneros? Tendremos que hablar de los médicos y las médicas, de los enfermeros y las enfermeras, de los administrativos y las administrativas, de los celadores y las celadoras, de los y las auxiliares ¿o debemos decir auxiliaras?, de los técnicos y las técnicas, de los médicos internos residentes y las médicas internas residentes (¿o residentas?)… Pero la cosa puede ser mucho peor cuando nos topemos con las especialidades, porque ¿llamaremos anestesistos a los anestesistas? ¿Pediatros a los pediatras? ¿Geriatros a los geriatras? ¿Psiquiatros a los psiquiatras? ¿Intensivistos a los intensivistas? ¿Obstetros a los obstetras? ¿Ortopedos a los ortopedas?... Creo que es el momento de poner fin a tanta estupidez y dedicarse a trabajar por la sanidad, a mantener e incrementar su calidad, a reducir las listas de espera, a ofrecer los mejores servicios a los pacientes y a dejar la lengua en manos de los especialistas y no de los políticos de turno que cada vez la empeoran más.





