He leído, atónito, que el PSM organizó una fiesta mitin para una noche de estas pasadas, en las que servía “sopas mallorquinas”. Se trataba de una fiesta juvenil, nocturna. Ustedes verán: yo como mil veces sopas mallorquinas, y algunas veces repito. Me parece una excelente comida. Pero hay que ser increíblemente pueblerino, hay que tener el coco como un queso gruyère para tener la idea de que en una fiesta/cena juvenil se sirvan sopas. Es lo más ridículo que he visto y define muy bien el contenido de lo que sus dirigentes llevan sobre los hombros. Recuerdo que no hace tanto, en una de estas revindicaciones de lo nostro, los profesores de un instituto de Inca -¿cuál va a ser?- organizaron 'matances', como una actividad casi académica. Desde luego, maestros del marketing no son. (No se pierdan la página web del psm.cat, en la que hablan literalmente de que “la santitat és un dret universal, no una mercaderia”. Las raíces del seminario no las disimulan).





