El retorno de Mateu Isern

No se si conocerá el lector al protagonista de mi artículo de hoy. Hay que hacer memoria para acordarse de aquel lejano dos mil once, cuando un tal José Ramón Bauzá, recién nombrado presidente del Partido Popular de Baleares se sacó de la chistera a un completo desconocido para encabezar la lista popular a la alcaldía de Palma. ¿Ya va haciendo memoria el lector?  Mateu Isern se llamaba aquel señor sonriente, de buena planta y que destilaba una encantadora ingenuidad. Aquel tipo encandilaba. Suponía una bocanada de aire fresco en un momento en que las corruptelas y decepciones obligaban a un cambio con mayúsculas en la forma de hacer política de los viejos partidos. En aquellos tiempos casi olvidados, un tal José Ramón Bauzá ilusionaba al votante de derecha. Isern, por su parte, enamoraba.

El emergente Isern dijo entonces a todo aquel que le quiso preguntar que su máxima aspiración era ser alcalde de su ciudad, que él no tenía más ambición política. Insistía una y otra vez en que él no era político, que venia de la empresa privada y que, sin dudarlo, volvería a su trabajo en cuanto acabara su ciclo como alcalde, si es que era elegido. Qué gran tipo aquel Isern. Qué gran candidato. Ganó las elecciones, vaya si las ganó. Si bien es cierto que en aquel momento un gato de escayola como cabeza de lista hubiese dado la alcaldía de Palma al Partido Popular, no hay que quitarle méritos al debutante Isern. Ganó y lo hizo por goleada superando las mejores previsiones de su propio partido.

Ahora que el lector ya recuerda al tal Isern, tengo que decirle que nada, absolutamente nada queda de aquel tipo que ganó las elecciones municipales en Palma para el PP en 2011.  A aquel Isern virginal, ilusionante y de mirada limpia se lo tragó el poder en pocos meses. Si repasamos la gestión de Isern sin apasionamiento, concluiremos que poco o nada hizo al frente del consistorio de Ciutat. Ha habido errores y aciertos en la legislatura 2011-2015, pero casi ninguno de éstos puede imputarse a nuestro protagonista. Él ha sabido siempre ponerse de perfil para evitar tomar decisiones importantes. Sin mojarse lo más mínimo. Que resuelvan otros. Eso si, con mucho talante y mucho diálogo de cara a la galería. Y todo ello con una autocomplacencia digna de mención que le ha hecho considerarse a si mismo el mejor alcalde que ha pisado nunca la faz de la Tierra.

El problema de Mateu Isern es que, seducido por el poder y las intrigas de la corte, ha sufrido una brutal transformación en muy poco tiempo. Antes de llegar al ecuador de su legislatura ya conspiraba para hacerle la cama a Bauzá, ninguneaba al superviviente José María Rodriguez y a su delfín Álvaro Gijón, ya se movía en Madrid buscando apoyos, y ya rehuía las entrevistas en los muchos medios de comunicación que no consideraba afines a la causa isernista.   Todo un hito para alguien que decía, en su momento, no ser político.

El golpe de fortuna lo tuvo Isern al serle negada por su partido la posibilidad de presentarse a la reelección, cosa que ansiaba con toda su alma. No se si Bauzá tenía alternativa, posiblemente no, pero con la defenestración del alcalde lo alzó definitivamente a los altares convirtiéndolo en el protomártir de la causa renovadora que él supo explotar como nadie en su eterna despedida como alcalde.

Igual que un gato de escayola con las siglas del PP hubiese ganado la alcaldía de Palma en 2011, no tengo duda de que Mateu Isern hubiese perdido la alcaldía en 2015 de haberse presentado. Puede que hubiese mejorado el resultado de Marga Durán, pero no hubiese podido evitar el pacto de izquierdas. Pero claro, eso lo creo yo, pero no él. Ni buena parte del Partido Popular que, comprensiblemente distanciado de Bauzá y su legislatura, ve en el conspirador Mateu Isern al posible renovador del partido, junto al regionalista y exconseller Biel Company.

Para alegría propia y de una buena parte de la bancada de la prensa, Isern será cabeza de lista al Congreso, así lo han querido los populares en su simulacro de primarias. Y seguramente es la mejor opción para este puesto, lo he dicho en alguna ocasión. El problema para el PP es que Isern no va a conformarse con esta plácida poltrona bien pagada en Madrid. Él va a querer más. ¿Apostamos? Igual que dijo en su momento que no necesitaba para nada a la política y que no aspiraba a nada más que a ser alcalde de Palma, ahora dice que no tiene más aspiraciones políticas que su escaño en Madrid. ¿Ustedes le creen?  Yo no.

Continuará.

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