Paz Alcoverro, presidenta de ALAS SIDA, sonríe durante la entrevista. | Autor: J. Fernández Ortega.
Nos sentamos en un sofá, nos acomodamos, y la luz entra suavemente por un ventanal, iluminando la sala con una claridad que parece acompañar la franqueza de la conversación. La sala está llena de carteles y mesas repletas de material educativo, símbolos de la labor silenciosa pero fundamental que desarrolla ALAS desde hace años.
A lo largo de la charla, emerge la profundidad de su experiencia: hace 35 años recibió su propio diagnóstico y desde entonces ha comprendido los desafíos psicosociales que enfrentan quienes conviven con el virus. No en vano, Paz destaca cómo el acompañamiento emocional, la escucha activa y los espacios seguros que ofrece ALAS pueden marcar la diferencia, ayudando a normalizar la vida de quienes viven con VIH y a derribar estigmas persistentes en la sociedad.
Su recorrido dentro de ALAS la llevó de ser usuaria a voluntaria, miembro de la junta directiva y finalmente presidenta. “La experiencia personal me permite acompañar de manera más cercana. Escuchar es fundamental, y saber que alguien ya pasó por esos miedos hace que los infiernos sean menos infiernos”, explica.
Hoy, Paz combina su labor como presidenta con la de educadora de pares, trabajando desde la empatía y la experiencia compartida para transformar vidas. Con cada relato, invita a comprender que la lucha contra el VIH es también una lucha por la empatía, la igualdad y el acompañamiento comunitario, donde el conocimiento y la detección precoz son herramientas que, literalmente, salvan vidas.
“Me sentí muy acogida y acompañada. Encontré a gente que también vivía con VIH y pensé: ‘Ya no estoy sola’”, dice una Paz mientras recuerda cómo llegó a la asociación en 2016, inicialmente como usuaria. La experiencia fue un punto de inflexión en su vida: encontrar un espacio donde no tuviera que ocultar su diagnóstico le permitió empezar a construir una rutina más normalizada y segura.
La conversación pronto se adentra en los aspectos más delicados. Paz explica con detalle los miedos y dudas que atraviesan muchas personas al recibir un diagnóstico de VIH. “El primer impacto es siempre un shock. De repente aparece una amenaza a tu salud y muchas personas piensan que se van a morir”, explica. Aunque hoy el tratamiento permite una vida larga y saludable, el miedo inicial sigue siendo profundo, sobre todo cuando el diagnóstico es tardío.
En Baleares, aproximadamente la mitad de los diagnósticos se realiza de forma tardía: un 49 por ciento en hombres y un 53 por ciento en mujeres. Esto significa que muchas personas llegan al diagnóstico cuando el sistema inmunitario ya está debilitado y el riesgo de complicaciones aumenta. “La mayoría de personas con VIH no llegan a fase sida, porque eso ocurre solo si no se hace tratamiento. Sida es la última fase, cuando el sistema inmunitario ya está muy comprometido”, aclara Paz.
El acompañamiento psicosocial es uno de los pilares de ALAS. La presidenta de la asociación destaca cómo la atención emocional y la creación de espacios seguros permiten a quienes conviven con el virus normalizar su vida y recuperar la autoestima. “Sentirse acompañada y comprendida permite afrontar con mayor fortaleza los desafíos diarios. Un apoyo cercano puede marcar la diferencia”, subraya.
Paz trabaja como técnica y educadora de pares, acompañando a personas que quieren hablar por primera vez con alguien que también vive con VIH. Muchas nunca han tenido esa posibilidad. La metodología es simple pero efectiva: compartir experiencias y estrategias desde la vivencia personal ayuda a reducir miedos anticipados y a normalizar la situación.
Además, la asociación organiza actividades grupales una vez al mes: excursiones, días de playa o encuentros informales donde personas de distintas edades, géneros y orientaciones sexuales pueden conocerse y compartir experiencias. “El ‘tema estrella’ siempre es: ¿Cómo lo cuento? ¿Cuándo lo cuento?”, apunta Paz.
Uno de los mayores obstáculos para quienes viven con VIH sigue siendo el estigma social. Paz detalla cómo el miedo al rechazo, la presión social y la discriminación afectan directamente a la salud emocional. “El gran problema hoy es el estigma. Lo que más afecta a la salud mental: el miedo al rechazo, a contarlo, a ser discriminada. Y en las mujeres el impacto es mayor”, explica.
La presión social a veces obliga a las personas a revelar su diagnóstico antes de estar preparadas, mientras que otras deciden no contarlo nunca, viviendo en una soledad absoluta. "Esta situación se agrava en entornos patriarcales o con menor aceptación de la diversidad. Incluso dentro del sistema sanitario, el desconocimiento persiste", apunta Paz.
“Si cada vez que lo cuentas recibes un trato peor, dejas de contarlo. Informar es un derecho, no una obligación. La única obligación real es no poner a nadie en riesgo”, advierte.
ALAS no solo acompaña a personas con VIH, sino también a su entorno: madres, padres, parejas y amistades pueden recibir información y apoyo emocional. “Muy poca gente viene, pero quienes lo hacen son valientes. Aquí encuentran claridad, acompañamiento y un espacio para preguntar”, comenta Paz.
La asociación también actúa como puente con el sistema sanitario, ofreciendo derivaciones a psicólogos, educadores de pares y otros recursos según las necesidades de cada persona. Actualmente, cuentan con dos psicólogas y un psicólogo distribuidos entre Mallorca e Ibiza.
Paz insiste en la necesidad de pedagogía social: muchas personas aún confunden VIH con sida, y los mitos sobre el virus persisten. La educación sexual, la prevención y la información clara son fundamentales para reducir diagnósticos tardíos y vulnerabilidad.
“La mayoría de mujeres se infectan dentro de la pareja estable, entre un 60 y un 70 por ciento, y en los hombres también un porcentaje alto, un 40–50 por ciento. Precisamente donde se supone que no hay riesgo es donde más riesgo hay”, alerta.
La presidenta de ALAS señala también la importancia de la PrEP, un tratamiento preventivo diario, y destaca la falta de recursos humanos como principal motivo de listas de espera en Mallorca. Aproximadamente 700 personas en Baleares están en tratamiento con PrEP, pero la demanda supera la disponibilidad.
Uno de los mensajes más claros de Paz es que vivir con VIH no impide llevar una vida normal, pero sí requiere un enfoque integral que contemple la salud mental, los hábitos saludables y la prevención de comorbilidades.
“Necesitamos atención integral: salud mental, hábitos saludables, prevención, comorbilidades, insomnio, ansiedad… Y no siempre se pregunta”, comenta. La educación, el apoyo comunitario y la visibilización siguen siendo esenciales para derribar prejuicios y fomentar la empatía.
Con motivo del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, ALAS organiza una gala el martes 2 de diciembre a las 19.30 en el Teatro Xesc Forteza de Palma. La entrada se podrá recoger en el hall a partir de esa hora, y habrá una bebida de cortesía sin alcohol. El evento contará con dos actuaciones: Andy Sirk, con números de circo, y Manu Blaise Sax, con música en directo. La presentación correrá a cargo de Ornella Góngora, 'drag queen' conocida dentro y fuera del colectivo LGTBI.
Además, se dedicará un bloque a la atención integral de las personas con VIH, con profesionales sanitarios, especialistas y personas con experiencia de vida compartiendo reflexiones y estrategias. También se entregará el Premio ALAS 2025 al programa informático EVIA, diseñado para mejorar la calidad de vida de las personas con VIH mediante la recopilación de datos y análisis de indicadores de bienestar.
“Estos actos públicos son fundamentales para visibilizar la realidad del VIH, derribar estigmas y fomentar la empatía”, afirma Paz.
Para Paz, los cambios más urgentes que la sociedad necesita pasan por la educación y la información. “A más información, menos estigma. Es fundamental que la sociedad conozca la realidad del VIH para romper prejuicios y generar comprensión”, asegura.
El día 3 de diciembre, ALAS organiza además una mesa redonda en el cine Rivoli, donde se realizará un experimento social para demostrar cómo la percepción de las personas cambia cuando reciben información sobre el VIH.
A quienes reciben un diagnóstico recientemente, Paz les ofrece un mensaje claro: “Que se pongan en contacto con ALAS. El VIH afecta a la salud, pero también a la esfera social, emocional y comunitaria. Por eso la respuesta debe ser comunitaria. Aquí encontrarán apoyo, información y acompañamiento”.
Autor: J. Fernández Ortega.
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