Estamos por civilizar

Así es. Todos nosotros, exceptuando algunos casos, somos una sociedad que está por civilizar. No me extraña que desde Alemania o Inglaterra nos consideren cavernícolas con costumbres que no sólo no tienen sentido alguno sino que se escudan, cobardemente, en la tradición y el mantenimiento de la cultura española. ¡Y un cuerno (por no decir otra cosa más vulgar)!

Yo defiendo la cultura española, la balear, la mallorquina y todas cuantas quieran nombrar pero nunca,  y repito nunca, defenderé una cultura que suponga maltratar a un animal. Y menos aún si ese maltrato da lugar a un negocio.

Empezando por la cabra del campanario (a más de uno tiraba yo desde un campanario a ver si les gustaba), el correbou, el toro de La Vega o la suelta de patos (con las alas cortadas, eso sí, no sea que el pato salga volando y el ‘tarao’ que se desvive por cogerlo falle en su paleto intento de cogerlo) por no hablar ya del circo, los toros o el trot.

Sobre este último tengo mis dudas pues me consta que hay muchos jinetes que quieren, respetan y cuidan a sus caballos. Pero también los hay que los maltratan y les obligan a correr hasta que mueren agónicamente por un cansancio y condiciones extremas. Como suele decirse, en la viña del Señor hay de todo. En el trot también. Sin embargo, buenos y malos, todos ellos tienen un denominador común: hacer dinero a través de la explotación de los animales. Y si de verdad respetas a una animal y no lo ‘cosificas’ (que se convierta en una cosa de tu propiedad en lugar del ser vivo con derechos que es) no haces negocio con él.

Sea como fuere, los últimos hechos (en los que más de un caballo ha muerto trágicamente bien en pleno trote cargando una galera, bien en plena carrera en el hipódromo) me dan la razón. Insisto, no es bueno generalizar pero si hablamos de trot no podemos obviar casos, por ejemplo, como el de ‘Sorky das pont’. ¿Se acuerdan? Era propiedad de un malnacido de 38 años. Murió desnucado cuando su dueño le propinó una brutal paliza con un palo en la cabeza por haber perdido la carrera que disputaba en el Hipódromo de Manacor. Recientemente el suceso se ha repetido con otro pobre animal.

A personas que son capaces, independientemente de si te gustan los animales o no, de hacerle eso a un animal que, encima, estaba atado (es decir, no tenía defensa alguna… muy propio de cobardes pegar al que no se puede defender) yo ni me acercaba y ni mucho menos le dejaba al cuidado de, por ejemplo, otro ser vivo (humano o no). ¿Dejarían ustedes a sus hijos con ese tipo? Yo no.

En fin, señores, casos como este no son aislados. Podría contarles cientos. Maltratar a un animal es muy fácil aunque sólo lo hacen dos tipos de personas: las malas y los cobardes. Llegados a este punto ya no le pido a la sociedad que los quiera, me conformo con que les dejen en paz a ver si así empezamos a civilizarnos un poco más.

Si al finalizar este artículo alguien se siente aludido sólo le digo una cosa: o es usted mala persona o es usted un cobarde. He dicho.

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