Tras los exámenes finales y la selectividad llegan puntualmente a S'Arenal los viajes de fin de curso que, en esta zona, son sinónimo de ruidos, incivismo y molestias para los vecinos. La juerga incontrolada de centenares de estudiantes llegados de la Península se concentra en unos pocos hoteles, en las calles, el paseo marítimo y la playa, pero afecta a toda la zona. Los vecinos critican que cada año se encuentran con la misma situación, a pesar de los planes de control puestos en marcha tanto por el Ayuntamiento de Palma como por el de Llucmajor, o las multas impuestas por molestias.
Las celebraciones de los finales de curso deben ser compatibles con el respeto a la convivencia exigido por los vecinos, especialmente por las noches, cuando las calles y las terrazas de las habitaciones de determinados hoteles se convierten en focos de ruidos, gritos y música sin control.
Sobre el papel, los vecinos se encuentran protegidos por las ordenanzas municipales -que prohiben este tipo de molestias-, pero en la práctica la acción policial no alcanza a frenar el descontrol ni el incivismo de los jóvenes, que se extiende por las zonas adyacentes. Los vecinos se quejan de que las policías locales de Palma y de Llucmajor -los dos municipios que comparten esta franja urbana del litoral- "se pasan la patata caliente" unos a otros sin que se llegue a solucionar el problema.
Para llamar la atención sobre su situación están promoviendo una gran manifestación, preocupados por las molestias, pero también por el pésimo ejemplo que este tipo de problemas ocasiona en una zona que lucha por dejar atrás una imagen de degradación y turismo incívico. La movilización vecinal permitirá visibilizar su hartazgo, aunque deberían ser los poderes públicos, y en especial los ayuntamientos involucrados, quienes deberían tomar la iniciativa y movilizar recursos para que las ordenanzas municipales se cumplan estrictamente. Por respeto a sus vecinos y a los turistas que eligen esta zona y que no causan ningún tipo de problema.
