Hombre rico, hombre pobre

Esta semana hemos sabido que 5 mallorquines se han colado entre los 100 más ricos de España, según Forbes. Su fortuna asciende a 6.650 millones de euros. Excepto los miembros de la familia March, el resto pertenecen al sector hotelero. Se puede inferir que su riqueza irá en aumento porque, para la temporada que viene, los hoteleros parece que pretenden incrementar sus precios un 15% cuando, además, se prevé otro verano de récords en ocupación.

La economía balear está imparable. Los hoteles han batido récords en todos sus indicadores; los comercios han vendido un 7% más que el año pasado, creando el doble de empleo que la media nacional y el PIB balear está creciendo en cifras porcentuales similares a los años de bonanza previos a la crisis. El PIB por habitante también está, hoy en día, a niveles de 2006. ¿Quiere decir que todos estamos ganando más?

Todos no. La perversión de la media aritmética, reflejada en el PIB per capita, trata a todos los individuos por igual. Si un rico tiene un pollo y un pobre no tiene nada que llevarse a la boca, la media aritmética dirá que cada uno tiene medio pollo pero la realidad será que el rico se hartará de comer y el pobre las pasará canutas.

Según se desprende de la memoria de 2015 de Cruz Roja Balears, presentada recientemente, los pobres extremos atendidos por su personal, aumentaron en un 1% respecto al año anterior. Se da la paradoja que los ricos aumentan su riqueza, la economía crece, el paro baja y, sin embargo, el número de pobres, también se eleva.

Según la “Xarxa per a la inclusió social”, la friolera de 115.000 ciudadanos baleares están en situación de pobreza extrema y viven con menos de 332 euros al mes. Ayer se dio a conocer desde el IMAS que 156 personas carecen de hogar y duermen en la calle. Llama la atención que un 13% de ellos tiene estudios universitarios. Algunos quieren vivir así y rechazan dormir en albergues pero un 71% está en la calle por falta de trabajo y dinero. Estos datos ensombrecen cualquier atisbo de éxito como sociedad, por más que aparezcan nuevos datos de riqueza o crecimiento.

Para reducir la brecha entre ricos y pobres existen varios mecanismos como, por ejemplo, los impuestos que recauda el Estado y la posterior transferencia a los colectivos más necesitados en forma dineraria (becas, subvenciones, etc.) o en especie (gratuidad de algunas prestaciones como la sanidad o la educación).

Los impuestos directos, como el impuesto sobre la renta, son los que hacen que paguen más quienes ganan más. Pero los impuestos indirectos, como por ejemplo el IVA, son injustos por naturaleza porque gravan el consumo, independientemente de la capacidad económica del sujeto pasivo. Paga el mismo IVA por un corte de pelo, un rico que un pobre.

En teoría, el Estado recauda más de los ricos que de los pobres. Y digo en teoría, porque existen atajos para que los ricos, a veces dentro pero a veces fuera de la legalidad, eludan el pago de impuestos. Las SICAVs o asesores fiscales especializados en tributación son herramientas empleadas para pagar menos. Esta semana hemos sabido que los grupos empresariales que tributaron en 2014 en España lo hicieron a un tipo efectivo del 6,9% cuando el tipo general era, en aquel momento, del 30%. Como vemos, el mecanismo de redistribución de la riqueza vía impuestos y transferencias, no es el mejor. Por no hablar de la libertad de movimientos de capitales hacia territorios con una tributación menor o, lo que es peor, hacia paraísos fiscales opacos y exentos de tributación.

Otro mecanismo para reducir la brecha, son las donaciones. La filantropía, entre los ricos está de moda. En España no se facilitan las donaciones desde el punto de vista fiscal y además, son objeto de críticas por una parte de la sociedad que ve intereses ocultos y egoístas en cualquier donación. Eso hace que los ricos españoles donen menos o lo hagan sin mucho ruido. En España, este colectivo dona unos 1.300 millones de euros anuales mientras que en Estados Unidos, unos 335.000.

Yo me decanto más por la doctrina Slim, el cuarto hombre más rico del mundo, que opina que las donaciones no salvan de la pobreza y el trabajo sí. Los ricos deberían fomentar la creación de empresas que generen trabajo siempre que no sea precario, inseguro ni temporal. De lo contrario, estaríamos fomentando lo que ya se conoce como “trabajadores pobres”, un rara avis de nuestra época.

Pero para no caer otra vez en los engaños de la media, deberíamos centrarnos en favorecer, ante todo, a esos 115.000 pobres extremos que hay en las Illes Balears o, en otro nivel, a los 3,2 millones que subsisten con menos de 400 euros a nivel estatal. El Estado debería apoyar políticas de creación de empleo, aportando beneficios a aquellas empresas que contraten a pobres extremos, dando continuidad a la actividad que instituciones como la Cruz Roja de Balears ya están llevando a cabo. Con esta prestigiosa organización han colaborado más de 295 empresas y han posibilitado que 2.300 usuarios se incorporasen a alguno de sus proyectos de plan de empleo, alcanzando ratios de inserción de hasta el 41%.

Otro mecanismo para ayudar a los pobres es el fomento de la creación de microempresas o pequeños negocios. Para ello, habrá que dotarles de formación, asesoramiento previo y posterior a la puesta en marcha y facilitarles el acceso al crédito siempre que se destine a arrancar el negocio.

Son muchas las posibilidades y pocas las manos. Como bien dice el presidente de Cruz Roja Balears, se trata de hacer más llevadero el día a día y el sufrimiento de los pobres. De nada sirve que Forbes nos diga que cada vez hay más ricos en Mallorca si existe esa mancha en nuestra tarjeta de presentación ante el mundo. Sobre todo, cuando el esfuerzo por erradicarla no es muy elevado, si todos, no solo los ricos, echamos una mano.

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