Jan Virgili ha vuelto a Son Moix con el brillo de quien ha vivido algo grande. Después de formar parte de la selección española en el Mundial Sub-20, el extremo catalán regresa a Mallorca con la cabeza fría, los pies en el suelo y las ganas intactas. El Mallorca, que atraviesa un inicio de liga turbulento y con la necesidad urgente de sumar, podría encontrar en él una bocanada de aire fresco en el tramo más exigente del calendario.
La hinchada mallorquinista le echaba de menos. Desde aquel partido contra el Atlético de Madrid en Son Moix, muchos aficionados depositaron sus esperanzas de permanencia en la joven perla del Maresme. Y es que la imaginación y las ilusiones a veces pueden ser tan traicioneras como necesarias. Aquel día, Virgili quebró en más de una ocasión a todo un campeón del mundo como Nahuel Molina, y hasta Koke tuvo que acudir al rescate. Desde entonces, la afición vive entre el desencanto y la nostalgia, buscando un clavo ardiendo al que agarrarse para volver a disfrutar de su equipo.
Está claro que lo de Jan Virgili no parece flor de un día. En el Mundial Sub-20 ha crecido partido a partido y ha demostrado que se trata de un extremo eléctrico, de los que levantan al público y desatascan partidos enrevesados. “Haber podido jugar un Mundial es una experiencia increíble que cualquier niño querría”, ha explicado en una entrevista difundida por los canales del club. Todavía con la sonrisa de quien ha tocado un sueño, Virgili valora positivamente su participación. “He podido ayudar al equipo en lo que he podido y ahora estoy con muchísimas ganas de ayudar al Mallorca”.
El paso por el Mundial le ha dado algo más que minutos. Le ha servido para reforzar su confianza y recordar de qué está hecho. “He tenido muchos minutos y sobre todo he cogido confianza, aunque ya me fui con bastante después del partido contra el Atlético de Madrid”, asegura. Seguro que Molina no ha olvidado aquella noche en la banda de Son Moix.
UN VESTUARIO EN RECONSTRUCCIÓN
El regreso de Jan Virgili coincide con un ambiente enrarecido dentro del vestuario. La armonía no termina de asentarse en el conjunto barralet pese al tiempo transcurrido desde su marcha. Las declaraciones de Jagoba Arrasate en los últimos días y los rumores sobre un supuesto perdón a Dani Rodríguez siguen agitando un grupo que parece fragmentado.
Pese a ello, el extremo del Maresme se mantiene positivo. “Me ha gustado mucho volver a ver a los compañeros y charlar con ellos. Hemos hablado de cómo está el ambiente y de que tenemos que estar a tope, porque viene un tramo importante y hay que sacar puntos”.
El terremoto de Madrid aún colea y la tensión se palpa. Arrasate intenta recomponer el ánimo y Virgili le devuelve el respaldo. “Estoy aquí gracias a él, me quería, me ofreció su confianza y tengo muchas ganas de devolvérsela”. Una declaración que suena a fidelidad en tiempos convulsos.
NECESIDAD DE PUNTUAR
El Mallorca necesita puntos, aire y calma. Sevilla será la primera parada en esa búsqueda de redención. “Nosotros tenemos que ir a por todas, confiar en nosotros, que tenemos un gran equipo, y ya puede venir quien venga que le plantaremos cara”, lanza Virgili, sin miedo al Sánchez-Pizjuán.
Ya sea desde el inicio o saliendo desde el banquillo, su regreso ha despejado, aunque sea un poco, las nubes que cubren Son Moix. La afición sueña con una gran actuación en Sevilla y, por qué no, con algún chispazo salido de sus botas. Por ganas, a Virgili no le va a ganar nadie. “Tengo ganas de coger rutina y ayudar al equipo”, sentencia. Quizá el empuje juvenil sea justo lo que este Mallorca necesita para volver a creer.