La cefalea de Pons, Costa y Negueruela

Con más años viviendo de la política que en el mercado laboral, Marc Pons y Pilar Costa han formado un duetto que, aunque desafinado, entona el cántico de oposición al ejecutivo de Prohens. Estos veteranos del sueldo público no han esperado para iniciar la que se antoja como su última performance en una institución pública. La sobreactuación corre por sus venas y, salvo que la juez Martina Móra se lo impida anticipadamente, ambos están decididos a crear la tensión necesaria durante esta legislatura con el fin de mantener vivo el partido hasta que Armengol regrese o Virgilio Moreno se atreva. Tras ellos, unos descafeinados Negueruela y Garrido acompañan la comparsa, desubicados y sin terminar de asumir que ya forman parte del pasado político de estas islas.

A todos les ha sentado muy mal el inminente cierre de la Sucursal Política de Persecución al Adversario, esto es, la mal llamada Oficina Anticorrupción. Dicho organismo representa una de las vergüenzas de la administración pública, con miembros cuya profesionalidad y diligencia es inversamente proporcional al jugoso salario con el que les alimentaba el ejecutivo socialista de Armengol. Se llevan las manos a la cabeza por su cierre, aunque les queda la bala de la fiscalía mientras Sánchez la siga manejando a su antojo. Las menores tuteladas, el caso puertos, o el caso Metrovacesa o incluso el escándalo del Hat Bar son nimiedades para una Oficina que ha dilapidado recursos en la más absoluta nada, más allá de señalar y perseguir inútilmente a los adversarios políticos de sus amos. En resumen, se trata de una oficina viciada, sin aparente utilidad cuyas funciones se solapan con las de otros organismos del Estado.

Toni Costa y Marta Vidal serán los polis malos de la inmaculada Prohens. Uno con agudez intelectual y experiencia parlamentaria y otra con las tablas que proporciona el ejercicio de la abogacía ya han conseguido sacar de sus casillas a Pilar Costa que estrena nuevo rol: retransmisora de los plenos. Ante el anodino aburrimiento que debe suponer volver a la irrelevancia, está bien que la socialista se busque nuevos hobbies, como la parlamentaria europea que esta semana hacía ganchillo durante la intervención de un colega.

Se antoja una legislatura complicada para el descabezado PSIB: sin líder, sin proyecto y sin espacio para el entendimiento o la oposición constructiva. Sólo queda la sobreactuación para hacer frente a un Govern que, de momento, ha cumplido en poco tiempo con las promesas que les dieron el triunfo en las urnas. Sus detractores deberán afinar y afilar si realmente quieren recuperar algo del peso institucional que los ciudadanos les arrebataron el 28 de mayo.

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