La comparecencia

«Quiero advertir muy claramente a todos los españoles que este debate no va de elegir entre renovables y nucleares». Y a continuación Pedro Sánchez, que comparecía para explicar el apagón, empleó tres horas en explicar por qué hay que elegir renovables frente a nucleares. «La energía nuclear ha demostrado no ser, insisto, no ser una solución eficaz para situaciones como la que vivimos el pasado 28». ¿Por qué? Pues porque en el momento del apagón se fueron a cero. El presidente acababa de desvelar que cuando hay un apagón en la red se desconectan todos los productores, incluidos las nucleares. Y las renovables, claro. No, no es lo mismo. Según Pedro, que intentaba evocar Chernóbil en sus oyentes, las nucleares «pararon para evitar el calentamiento de los núcleos». Esto es mentira, claro, pero él ya estaba a otra cosa: «las nucleares no contribuyeron a arrancar el sistema; fueron las de ciclo combinado, las hidroeléctricas y las interconexiones con Francia y Marruecos». Es decir, que tampoco fueron las renovables. Y Marruecos se apoya en el carbón, que tampoco es excesivamente renovable. Y Francia cuenta con abundante energía nuclear. Pero Pedro seguía imperturbable: «no hay absolutamente ningún informe, ninguno, que diga que no se puede vivir sin nucleares». Eso es completamente cierto, como demuestra el hecho de que el sapiens ha llegado sin ellas hasta el siglo XX. En realidad tampoco hay ningún informe que diga que no se puede vivir sin renovables, ni (posiblemente) que no se puede vivir con un solo riñón, pero sin duda es mejor tener dos, y esa es la cuestión: que la elección entre renovables y nucleares es una falsa dicotomía. Lo recomendable es tener renovables y nucleares, y el apagón ha contribuido a reforzar notablemente esta tesis.

Y luego aportó el argumento definitivo: «mucho hablan de las nucleares y poco de que en España no hay uranio». ¿De dónde quieren que lo saquemos? –continuó- ¿a quién lo importamos? Pero si no hay uranio ¿por qué prohibió Sánchez su extracción en la Ley 7/2021 de cambio climático y transición energética? Pues porque sí hay uranio. Parece ser que simplemente lo que hay en Salamanca cubre el 15% de las necesidades, no de España, sino de toda Europa. Tal vez Sánchez también considere que España y Salamanca son «países extraordinarios» (como dijo en el Cercle d’Economia con respecto a Cataluña), pero lo que está claro es que prefiere seguir importando gas a Putin que Uranio a Mañueco. Circula por la red una ley que dice más o menos esto: «la cantidad de energía que se necesita para desmontar el bullshit es órdenes de magnitud superior al empleado en producirlo». Sin embargo ayer el ingeniero Alfredo García, divulgador en redes con el nombre de @operadornuclear, hizo una elegantísima disección de nuestro presidente en la que mostró claramente sus órganos de emisión de trolas. Les recomiendo que lo busquen. Especialmente a la oposición.

La política energética de Sánchez no se ha diseñado con criterios técnicos o científicos sino ideológicos. Ha apostado sus expectativas electorales al verde, y por eso quiere presentarse como paladín de las renovables y verdugo de las nucleares. Hay aquí una contradicción de partida: si de lo que se trata es de combatir el calentamiento y de reducir las emisiones de CO2, la nuclear es una energía limpia. En todo caso, es este dogmatismo el que lo disuadió de tomar precauciones ante una mayor inestabilidad de la red que la propia Red Eléctrica había advertido. Pero en su comparecencia Sánchez recurrió de nuevo al principio de transposición y acusó al Partido Popular y a Vox de ser ellos los que están actuando, no por convencimiento, sino por ideología y por dinero. La oposición, sugiere Sánchez, actúa como lobista de los «ultrarricos», de esos «operadores privados» a los que desde el apagón ha intentado convertir en kulaks eléctricos. De nuevo la rendición de cuentas es sustituida por la selección de chivos expiatorios, pero dado que el método Sánchez consiste en atribuir sus pecados (los de él) a sus adversarios, que ahora acuse a la oposición de moverse por intereses económicos permite sospechar que quizás sea él (o su entorno) quien actúa como lobista de las renovables. O de cualquier interés no europeo.

«Si no polarizamos estamos muertos», explicó con total tranquilidad a Fernando Garea un colaborador de Sánchez, y no deberíamos quedar impasibles ante la enésima evidencia de que la estrategia del presidente de España pasa por dividir España. Y, en fin, dejo estas palabras suyas para el final porque no sé cómo calificarlo (bueno, sí): «qué gran acto de cinismo lamentar las cinco vidas que se perdieron (por el apagón) e ignorar las ocho mil que se pierden cada año en España por el cambio climático».

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