Quería hablar del último libro de Vidal Ferrando, pero lo dejo a críticos cultos y conocedores, mejor que yo, de la obra de este hijo de Santanyi que tanto sabe de la Mallorca más oculta. Cada vez que subo la cuesta que lleva al cementerio de la villa, me imagino escenas de fusilamientos, de asesinatos, de traiciones que debieron ocurrir alguna vez. Ferrando las utiliza como línea argumental de su trilogía de la Mallorca de la posguerra. Ferrando me hace pensar en cómo se sintieron los que perdieron esa guerra. Hoy aún, no puedes hablar de los muertos en muchas casas de la localidad. Y si te atreves a hablar del contrabando, peor. Santanyi es el pueblo de los pintores, de los escritores y poetas, de la literatura y de la música, del contrabando y dels secrets. Tierra de personajes que no pueden pasear tranquilos por las calles del centro, o sentarse en el Roser. Aun hay juramentos de muerte no cumplidos. Aun hay muchas heridas no cerradas entre miembros de una misma familia. Algunos de sus personajes son los mallorquines más complicados, más cerrados, más cobardes, más mentirosos y más despreciables. Los que, aun hoy en día, te dicen todo lo contrario de lo que piensan. Los que te engañan, para que no sepas si viene o si va. Los que siempre sobreviven. Esa Mallorca que saludaba a Michavilla cuando era quien era, y que no se acordó de darle el pésame por la muerte de su esposa. O los que se morían por que se les invitase a entrar en Sa Punta, y que en privado te cuentan como el financiero se quedó con su alijo de tabaco, con la barca y con las tierras que pusieron de garantías al préstamo. Tierra hermosa, como ninguna. Con el mejor mar de todos los mares. Tranquilo en invierno y agresivo en verano. Con la luz más poética de toda la isla. Esa que pinta de mil colores las paredes de los acantilados des Baus. Ferrando escribe y dice. Piensa y sueña. Llora en silencio y reza a sus dioses. A los mismos que rezó Blai Bonet. Esos que estaban ya aquí antes del cristianismo. Esos que continuarán aquí, cuando todos nos hayamos ido.
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