Licencia para matar: podéis lanzaros al cuello de cualquier socialista porque estos días es gratis; nadie protesta. Incluso hasta está de moda. Si las cosas no les hubieran ido tan mal, los mismos que hoy muerden, estarían callados, esperando qué les toca en el reparto. En cambio, Bauzá es hoy objeto de todos los elogios y muestras de aprecio. Si, por el contrario, se hubiera quedado con 29 escaños, incluso con el mismo porcentaje de votos, ya le habrían sacado los ojos. En todo caso, en estos días, cuando estamos fuera de periodo electoral, cuando los únicos que se juegan algo son Rajoy y Rubalcaba, cuando en Baleares ya todo da igual, hay que analizar cómo los partidos son totalmente impermeables a los votantes. Lo fue el PP mientras los fiscales no arrasaron con el equipo anterior y lo es el PSOE ahora. Todos quieren seguir, todos sienten que tienen muchas posibilidades y todos creen que ellos son la renovación, que la derrota no fue por causas propias, que aquí todo se hizo bien, que esto se lo debemos a otros. La lección: es urgente introducir en el funcionamiento de los partidos políticos normas para hacerlos más trasparentes. ¿Son organizaciones privadas que tienen derecho a montárselo como quieran? Sí, pero si quieren ir por libre, que no cobren subvenciones públicas. Si van a recibir dinero de todos, deberían estar sometidos un control interno de democracia que permita, como pasa en Estados Unidos, que hasta un candidato negro, que no conocía casi nadie, desbanque a una senadora, mujer de un expresidente, experimentada y más inteligente que la mayor parte del establishment americano. Aquí no, aquí los partidos son tribus donde los unos por lo otros cuidan de que no se mueva una brizna de aire.





