El nuevo conseller de Salut, sea quien sea, no lo va a tener nada fácil. Le esperan meses, posiblemente años, muy difíciles, en los que va a tener que tomar decisiones muy duras, algunas traumáticas, porque, y todos somos conscientes, la sanidad pública balear está comprometida por la falta de presupuesto. La situación no da para mucho, más bien para nada, diría yo, salvo para una buena gestión, ajustada a los tiempos que vivimos, aprovechando al máximo cada euro del que se dispone, gastándolo allá donde es más necesario y procurando que no sufra la calidad asistencial. No hay dinero y todos lo sabemos, por lo que ha llegado el momento de dejarse de gastos superfluos y de centrarse en lo verdaderamente importante. Se ha despilfarrado en temas menores, se ha gastado lo que no se tenía, se han adjudicado servicios que están resultando un verdadero “fiasco”, se han firmado contratos que comprometen el futuro y se han dejado deudas millonarias a proveedores y temas sin resolver, entre ellos el aparcamiento de Son Espases. ¿Qué va a pasar con este párking? ¿Habrá que indemnizar a la concesionaria por impedirle cobrar a causa de la campaña electoral? En unas semanas conoceremos la respuesta y sabremos los pormenores del verdadero alcance de la decisión adoptada por el máximo responsable de Salut, así como de otras muchas que se irán desvelando poco a poco, porque, aunque las “trituradoras” funcionen a pleno rendimiento, hay cosas que, por mucho que se quiera, no se pueden hacer desaparecer.
