Circulan distintas versiones. Unos atribuyen la enésima paralización de la carrera profesional sanitaria a la Consejería de Hacienda y Administraciones Públicas. Otros a los partidos que dan soporte al Govern. Hay quien afirma que se debe a la presión del ala roja y radical de los colectivos que conformaron la marea verde. Probablemente todos ellos tienen su parte de responsabilidad. La realidad es que están poniendo en un aprieto a la consejera de salud y la dejan a los pies de los caballos.
Cuando representantes sindicales con objetivos históricamente muy distantes, con posicionamientos diametralmente opuestos, enemigos íntimos, se ponen de acuerdo para expresar la indignación por una medida tomada por la administración, algo se está haciendo mal. Según sus contrastadas afirmaciones, rematadamente mal y con alevosía.
La verdad es que bajo la apariencia de la racionalidad, están encrespando al sector sanitario en su conjunto. Están dificultando el arranque natural de la recién iniciada legislatura. Entorpecen la senda de recuperación iniciada por Sansaloni y Thomás en un sector castigado por la crisis y azotado por la gestión de vodevil que caracterizó el primer año de la legislatura popular.
La decisión de suspender los acuerdos de implantación de la carrera profesional es un órdago en toda regla. Castiga las expectativas de desarrollo de todo un sector. De un sector que se rebela ante las decisiones que lo colocan entre los intereses partidistas. De un sector que se niega a ser una moneda de cambio en el calendario electoral.
La consejera Gómez gestionará, hasta fin de año, cuatrocientos millones de euros. Sin embargo, le impiden decidir sobre el desarrollo de los compromisos firmados con sus profesionales, cuya contrapartida económica, monta poco más de un millón. Una administración moderna le proveería de recursos y le pediría resultados. Nada más lejos de la realidad. Mezclar la carrera profesional sanitaria con nuevas versiones de los complementos de antigüedad de la administración general es “confundir el culo con las témporas”.
Se prevé un otoño caliente. Y no precisamente por las temperaturas ambientales ni por el calentamiento del planeta.